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No es vanagloria, no es orgullo satánico; es la verdad. ¿Qué le voy a hacer yo? Soy un hombre infinitamente superior a todos los que viven de caridad en esta santa casa; a todos; no dejo afuera a ninguno. Superior por la familia; superior en posición económica; superior en inteligencia. Yo he recibido una educación académica. Yo uso zapatillas de piel de cabra; ellos, de orillo.

El Obispo nunca hablaba mal de nadie; para él como si no hubiera un grosero materialismo ni una hidra revolucionaria, ni un satánico non serviam librepensador». En concepto de Glocester, Camoirán había comenzado a desacreditarse en los sermones de la Audiencia.

Lee lo que pasa en los corazones de ambos: en el de la una, un orgullo satánico, y en el del otro, un amor sensual que lo trastorna, y saborea ya su próxima venganza.

El Comendador, á sus solas, no hacía más que pensar sobre su diálogo con Doña Blanca, y concebir los más encontrados pensamientos, aunque siempre poco gratos. Ya se le figuraba que dicha señora tenía un orgullo satánico, un genio infernal, y entonces se culpaba á mismo de no haberle robado á la hija; de haberla dejado en su poder para que la enloqueciera y la hiciera desgraciada.

Y, sin embargo, hasta hoy, no se sabe de un solo hombre, que dando un grito de orgullo satánico, se haya arrojado desde esa peña al abismo. ¡Al fin, morir así o partido el cráneo de un balazo, todo es morir!

Ese hombre tan odiado, contra el cual truena la voz de millares de frailes, desde millares de púlpitos, debía tener algo del aspecto satánico de Dante cruzando solitario y sombrío las calles de Ravena; alto, delgado, grave y severo, con ojos de mirar intenso, cuerpo consumido por la constante excitación intelectual... ¡Era un prior de convento del siglo XV el que hablaba!

Buena tía indecente está» observó D. Manuel dentro de su pensamiento. Y sacudir las malas ideas y atemperar el espíritu; no desear lo que no se puede tener, y hacer vida ramplona, sin empeñarse en que todas las cosas se desquicien para acomodarse a su gusto y satisfacción. ¿Qué es el esplín más que soberbia? , lo que usted tiene es soberbia, el usted satánico.

Es hombre insensible a la emoción estética, que fabrica sus versos como un jornalero: un albañil, por el cascote; un picapedrero, por su ritmo monótono, que parece que agita adoquines dentro de un cubo en vez de lapidar las piedras preciosas de las bellas rimas. El mal poeta tiene un orgullo satánico.

Narcisa, impasible y majestuosa, presidía la escena como un juez severo, asistiendo con gestos de indignación a los desatinados discursos de su madre, mientras Julio, que había acudido sañudo y acechante al umbral de la puerta, fulguraba sobre la trémula niña su mirada monstruosa, y oyendo buhar y maldecir a las dos mujeres, toda su mezquina figura se estremecía de satánico gozo....

El anti-igualitarismo de Nietzsche que tan profundo surco señala en la que podríamos llamar nuestra moderna literatura de ideas , ha llevado a su poderosa reivindicación de los derechos que él considera implícitos en las superioridades humanas, un abominable, un reaccionario espíritu; puesto que, negando toda fraternidad, toda piedad, pone en el corazón del super hombre a quien endiosa un menosprecio satánico para los desheredados y los débiles; legitima en los privilegiados de la voluntad y de la fuerza el ministerio del verdugo; y con lógica resolución llega, en último término, a afirmar que «la sociedad no existe para sino para sus elegidos». No es, ciertamente, esta concepción monstruosa la que puede oponerse, como lábaro, al falso igualitarismo que aspira a la nivelación de todos por la común vulgaridad.