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Actualizado: 3 de mayo de 2025
Sólo cuando querían hacer reir lo describían todo. El cisne venusino dice desvergonzadamente los estímulos de que se valía la vieja berrionda, mientras que de Glícera sólo nos dice que le aguarda en estancia perfumada; y él va á verla, invocando á Venus para que le acompañe y traiga consigo al Amor.
Según la pareja que lo baila, puede tocar en los extremos: o fantásticamente espiritual o desvergonzadamente sensual; habla al alma o a los sentidos. Todo depende de la almea. Refieren que un arzobispo vió de una manera casual bailar la mozamala, y volviéndose al familiar que lo acompañaba, preguntó: ¿Cómo se llama este bailecito? La zamacueca, ilustrísimo señor. Mal puesto nombre.
Ni en los más recónditos secretos y escondrijos de sus muebles podrá encontrarse una fotografía desvergonzadamente impúdica; pero en cambio le parece honesta sobre todo encarecimiento aquella ninfa que, sorprendida desnuda y acosada por un sátiro, se escondió... tras el tenue y plateado hilo que formó una oruga entre dos ramas de árbol.
Recibía gusto especial del desaliño, y recogía con lamentable asimilación todas las palabras necias y bárbaras para darse, usándolas desvergonzadamente, aires de matón. Pronto comprendió Isidora que su hermano no sería nunca persona decente, y que no había bajado del sol colegio humano capaz de darle pulimento.
Desde el momento en que supo que estaba allí se presentó por sí mismo a ella, con una impertinencia cuyo espectáculo hubiera regocijado a todas las mujeres honradas de París. Nada hay que plazca más profundamente a las mujeres virtuosas que ver tratar desvergonzadamente a las que no lo son.
Los dos bribones domínicos, motores de la sedicion, fueron ahorcados, i el convento de Santo Domingo de Lisboa fué estinguido para castigar de esta suerte la bellaquería de aquellos hombres que haciendo granjeria de las cosas divinas se atrevian á engañar tan desvergonzadamente á las personas supersticiosas.
Figúrate que el Presidente de la República tuvo que ir al mostrador para poder tomar una copa de champaña. Si nada menos que el Presidente tuvo que andar así, ¿cómo andarían los demás? Es verdad que, como don Victorino está por caer, ya nadie le hará caso. El mundo, sobre todo el mundo de frac, es desvergonzadamente exitista. Los gauchos son más piadosos y tiernos con el árbol caído.
Abrió la lavandera su desdentada boca y rióse desvergonzadamente; después fijó sus maliciosos ojos en el rostro del inspector general y exclamó: ¡Pardiez!... Tiene a quien parecerse... También usted, señor Delaberge, también usted era un excelente muchacho en la época en que nació ese niño... Delaberge se estremeció.
Palabra del Dia
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