Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 10 de junio de 2025
Y miraban con simpatía casi amorosa a los soldados que pasaban por la calle. ¡Mardito seáis ustedes, señoritos! rugían las míseras hembras en su desesperación. Quiera Dios que algún día mandemos los probes...
En la calle tranquila, de casas señoriales con panzudas rejas y grandes miradores, donde vivía doña Sol, encontraron a otros garrochistas que esperaban ante la puerta, inmóviles sobre sus caballos y apoyados en las lanzas. Eran señoritos, parientes o amigos de la dama, que saludaron al torero con amable llaneza, satisfechos de que fuese de la partida.
En los ventorrillos de la campiña, en las chozas de carboneros de la sierra, en todas partes donde se juntaban hombres para beber, él lo pagaba todo con largueza. En las tabernas de Jerez organizaba juergas de estruendo, abrumando con su generosidad a los señoritos.
Al salir Rafael de la casa del amo, espoleó su jaca, para hacer una visita a Marchamalo antes de volver al cortijo, pero se vio detenido frente al Círculo Caballista. Los señoritos más ricos de Jerez abandonaban sus copas de vino para salir a la calle, rodeando el caballo del aperador.
Otras veces eran señoritos de Buenos Aires, que pedían alojamiento en la estancia, diciendo que iban de paso. Don Madariaga gruñía: ¡Otro hijo de tal que viene en busca de los pesos del gallego! Si no se va pronto, lo... corro á patadas. Pero el pretendiente no tardaba en irse, intimidado por la mudez hostil del patrón.
Aunque sintamos ofender la perspicacia de nuestros lectores, la verdad nos obliga a declarar que la damisela del corredor no era la blonda Nieves, sino la blonda Valentina. ¿Cómo? ¿Aquella arisca costurera tan enemiga de los señoritos y que además tenía un novio llamado Cosme? La misma en cuerpo y alma, con sus rizos dorados sobre la frente, su entrecejo saladísimo y nariz un poquito remangada.
Iban ya lejos y todavía les seguía la voz de la pobre mujer que gritaba sin cesar: ¡Dios les bendiga, señoritos! ¡Que nunca pase la desgracia por su casa...! ¡Que Dios la proteja, señorita, que Dios la proteja y ya que no ve la tierra le haga ver el cielo! Ya lo estoy viendo murmuró Visita mientras dos lágrimas resbalaban por sus mejillas. El coche les esperaba abajo.
Su hermana no le abandonaba. Acosábalo con atenciones, y hasta había logrado hacerle tragar una copa de coñac. Visanteta acababa de servir el café a los dos señoritos recién llegados, cuando la llamó su ama. Di a Adela y a Nelet que entren. Toda la servidumbre de la casa se plantó a estilo de coro de zarzuela ante el sillón de la señora.
Primos suyos eran también, y parientes en grado más o menos cercano, todos aquellos señoritos que antes le acogían con la familiaridad un tanto desdeñosa con que los aficionados de rango hablan a los toreros, y a los que ahora comenzaba él a tratar como si fuesen sus iguales.
Mujer, yo no hablé por mal.... Te quise avisar porque siempre te tuve ley, que eres así... una infeliz, un pedazo de pan en tus interioridades.... Déjate de políticas, no seas tonta, y de señoritos.... Fuera de eso, ¿a mí qué se me importa? Es por tu bien.... Se dispuso Amparo a marcharse, cogiendo debajo del brazo su tarro; pero la afectuosa encajera la quiso abrazar antes.
Palabra del Dia
Otros Mirando