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Actualizado: 15 de junio de 2025


El pañero, con varios amigos y Champagne de a tres pesetas, solemnizaba un remate de subasta; el sastre obsequiaba a unos parientes, a estilo de su tierra, con manzanilla y aceitunas aliñadas que llamasen el apetito a honrar la cena, y los cuchareros disponían con gente amiga su modesto festejo, saliendo de rato en rato a la escalera y dando inútilmente grandes voces por que callasen varios chicos que, armados de tambores, parecían dispuestos a ensordecer al mundo.

En otra, después de haber buscado dote para una muchacha y haberla provisto de ropa, la futura de Cristo se escapó de la noche a la mañana con un oficial de sastre. Don Benigno acostumbraba a conducir él mismo las esposas a la morada del Esposo. Cuando había dificultades que vencer por parte de la familia, se portaba con la habilidad y la osadía de un consumado seductor.

Es prodigioso cómo se equipó aquel ejército de paisanos en diez y seis días. La Administración actual, con todos sus recursos, es un sastre de portal comparada con aquel confeccionador que puso en movimiento millones de agujas en dos semanas.

¡Tiene un traje de luces nuevo, que se lo ha hecho el mejor sastre, el que viste a Gallardo y a otros matadores! Siete mil reales me cuesta. ¡Me parece que con esto cualquiera se luce!... Me tiene además a , que soy capaz de gastarme hasta la última peseta para que haga carrera. ¡Si muchos tuviesen un padre como yo!...

la educas para la sociedad, para la familia, para todo el mundo. Su marido tiene que educarla luego para él. haces con tu hija, lo que hace el sastre que confecciona un traje para el primer parroquiano que salga.

El que nunca entró en la cocina de su casa y fue cuidado minuciosamente por su mamá, despreciando como cosas de mujeres todo lo que no fuese dar voces de mando y alinear soldados, lo primero con que tropieza en el ejército es con la necesidad de ser cocinero, sastre, zapatero, etcétera, aguantando muchas veces repulsas de sus superiores porque no demuestra pericia en estas faenas.

Cuando llegaban a oídos de Juanita noticias de la terca incredulidad de doña Inés y de que la sospechaba de hipócrita, Juanita decía para : «No es mal sastre el que conoce el paño»; y sin arredrarse seguía por el camino que se había trazado. Llegó en esto el invierno, y doña Inés quiso vestir a todos sus niños con buena ropa de abrigo; Juanita alcanzaba ya alta reputación de costurera.

Razón tiene V. de horrorizarse... Ella lo repugna... lo entiende... pero cree que no debe resistir á la autoridad materna. Eso será lo que tase un sastre. ¡Pues no faltaba más! Obedecerá á su madre; pero antes obedecerá á Dios. Diligendus est genitor, sed praeponendus est Creator. Es sentencia de San Agustín. Además dijo el Comendador, Clarita ama á otro hombre.

Hubiera rogado al Conde de Essex que le ayudara al efecto, si no estuviera cohibido por la consideración de los muchos favores recibidos. La celebración del Capítulo era el día primero del año próximo; la nota de las prendas y de su valor, pedida por curiosidad al sastre de S. M., adjunta .

Ni durante la medida, ni en las pruebas, ni en la elección de paño habla una palabra nuestro hombre, y se deja hacer, pues le basta y le sobra con saber que el sastre que le sirve es el mismo que está encargado hace años de proveer á los Gobernadorcillos de Manila de trajes de etiqueta.

Palabra del Dia

rigoleto

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