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Actualizado: 21 de octubre de 2025


Los serenos que dormitaban en las esquinas, sentados cerca de su linterna, se levantaban al oir el paso de los caballos, saludaban, y se iban a lo largo de las aceras perezosos y distraídos.... Los faroles mortecinos brillaban de trecho en trecho con luz rojiza en la obscuridad de las calles, como cirios en funeraria pompa. Unos cuantos minutos y estaría yo a la cabecera de la enferma.

A las siete de la tarde se saludaban con un beso en plena calle, como enamorados que se encuentran por primera vez, y luego de su comida volvían al nido de la rue de la Pompe. Argensola se vió rechazado, en todos sus intentos de amistad, por el egoísmo de esta pareja. Le contestaban con una cortesía glacial: vivían únicamente para ellos.

Le saludaban, oían sus palabras con la misma atención de antes; pero notaba en ellos cierto gesto de independencia fuera y al mismo tiempo de conmiseración, como si admirándole por haberles transmitido sus ideas, tuviesen lástima de su carácter dulce, enemigo de la violencia. Estos pájaros decía Gabriel hablando con su hermano ya vuelan por su cuenta. No me necesitan y quieren estar solos.

Era el chocolate: el gran regalo de la gente gitana, su licor y su alimento. Los pequeñuelos, con la esperanza de que la madre trajese al anochecer una enorme cantidad de callardó, la saludaban desde lejos. Adiós, mi dai.

Los dos reconocieron á Atilio Castro, viendo cómo se saludaban él y «la Generala», cómo seguían juntos su paseo, tan ocupados en contemplarse mutuamente, que no fijaron su atención en el carruaje. Miguel sonrió. El allí, al lado de Alicia, que le hacía cometer toda clase de extravagancias; el otro esperando con una emoción de adolescente la llegada de doña Clorinda. ¡Pobres enemigos de la mujer!

La hermosa capa, agarrada por varias manos, fue extendida en el borde de la valla como si fuese un pendón, símbolo sagrado de bandería. Los partidarios más entusiastas, puestos de pie y agitando manos y bastones, saludaban al matador, manifestando sus esperanzas. ¡A ver cómo se portaba el niño de Sevilla!...

Todas las casas ostentaban rojas colgaduras y banderas; en la calles habían construido gradas para los espectadores y pasé saludando a derecha e izquierda, entre entusiastas aclamaciones, saludado a mi vez por millares de blancos pañuelos. Los balcones estaban llenos de damas vistosamente ataviadas, que aplaudían, saludaban y me dirigían sus más seductoras miradas.

Trataba á los hombres con la mas noble altivez, alzando el pescuezo, hablando en tan descompasadas y recias voces, y en tono tan altivo, y afectando ademanes tan arrogantes, que á quantos le saludaban les venían tentaciones de hartarle de bofetadas. Era con esto enamorado hasta no mas, y Cunegunda le pareció la mas hermosa criatura de quantas habia visto.

Gentes de Villanueva u otros pueblos que solían cruzar nuestro camino le saludaban llamándole unas veces señor alcalde y otras señor Domingo; la fórmula cambiaba según el domicilio de los transeúntes, de conformidad con la clase de relación o el grado de dependencia. Buenos días, señor Domingo le decían a través del campo. Eran labriegos, gente de trabajo, agachados sobre los surcos.

Poco después Tablas y Salvador se saludaban en la sala. Hablaron con interés un largo rato, y al fin dijo López: Vámonos al café, y almorzando hablaremos de eso despacito. Aquí no se puede hablar de nada. Nazaria es muy re-curiosa, y todo lo quiere saber. Se fueron. En la escalera hallaron al fenómeno, que después de haber subido para llevar los cigarros al Sr.

Palabra del Dia

aprietes

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