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Actualizado: 3 de junio de 2025


Y Juanito miró angustiosamente a la criada que balbuceaba, no sabiendo qué responder. La empujó rudamente y entró. Visanteta sin perder su ceñuda seriedad, levantó los hombros, hizo un gesto de resignación, como diciendo: «Que ocurra lo que Dios quiera»; y volviendo la espalda al señorito, se fue hacia el comedor. No había nadie en el salón.

Luego, ya sabes cómo es de gracioso y ocurrente. Hijita, empieza a hablar y a embromarme y... bueno, al ratito no más, ya me estoy riendo como una loca. No tengo carácter y, claro, hace lo que quiere. Tienes que disputárselo al Jockey. , ; pero, ¿cómo? ¿cómo? El otro día, no sabiendo ya qué hacer, me fuí al Socorro, a pedirle a la Virgen que me ayude a sacarle del club.

Abrí y Sorege entró en casa sin sospechar que no estaba sola. Sin sentarse me dijo en seguida: ¿Espera usted á Jacobo? No vendrá. ¿Por qué? Porqué está en otra parte. ¿En el círculo? No, acaba de salir de allí. Se reía al hablar así, el monstruo, sabiendo todo el mal que me hacía. Palidecí y él me dijo: Mírese usted en el espejo, Lea, y vea su cara descompuesta.

Si se alejaba iba a dar a la guardia de extra-muros. No sabiendo qué hacer y viendo un portal abierto, entró en él, y empujando suavemente la puerta, la cerró. Oyó el ruido de los pasos de los hombres en la acera. Esperó a que dejaran de oirse, y cuando estaba dispuesto a salir, bajó una mujer vieja al zaguán y echó la llave y el cerrojo de la puerta. Martín se quedó encerrado.

Lo mismo se le dijo al padre de Zoraida, el cual respondió: ''Cualquiera otra cosa pudiera yo esperar y creer de vuestra liberalidad y buen término, ¡oh cristianos!, mas el darme libertad, no me tengáis por tan simple que lo imagine; que nunca os pusistes vosotros al peligro de quitármela para volverla tan liberalmente, especialmente sabiendo quién soy yo, y el interese que se os puede seguir de dármela; el cual interese, si le queréis poner nombre, desde aquí os ofrezco todo aquello que quisiéredes por y por esa desdichada hija mía, o si no, por ella sola, que es la mayor y la mejor parte de mi alma''. En diciendo esto, comenzó a llorar tan amargamente que a todos nos movió a compasión, y forzó a Zoraida que le mirase; la cual, viéndole llorar, así se enterneció que se levantó de mis pies y fue a abrazar a su padre, y, juntando su rostro con el suyo, comenzaron los dos tan tierno llanto que muchos de los que allí íbamos le acompañamos en él.

Pues figúrate lo que será su mujer, viuda, libre, rica y casi jamona, sabiendo lo que era de casada. ¿Sigue dando juego?... ¿Se crece al castigo, como decís los aficionados? ¡Horrores, Paco..., verdaderos horrores! ¿Y su amiga Leticia? Viuda también, y tal para cual. Sólo que ésta, con ser tan voraz y antojadiza como la otra, es más discreta y disimulada. ¿Y de qué murió su marido? De un balazo.

2 Y la mujer respondió a la serpiente: Del fruto de los árboles del huerto comemos; 4 Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis. 5 Mas sabe Dios, que el día que comiereis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como dioses, sabiendo el bien y el mal.

Usted se ha pasado la vida luchando por el pienso y no sabiendo nunca vencer. No ha tenido arreglo... La verdad, este vendehumos es hombre de poca disposición: no sabe nada, no trabaja, no tiene pesquis más que para echar fanfarronadas y decir que se come los niños crudos.

Quisimos saltar á tierra, pero sabiendo que las puertas de la ciudad serían cerradas á las seis y nos faltaría tiempo, preferimos esperar basta el dia siguiente.

7 sirviendo con buena voluntad, como al Señor, y no a los hombres; 8 sabiendo que el bien que cada uno hiciere, esto recibirá del Señor, sea siervo o sea libre. 9 Y vosotros, amos, haced a ellos lo mismo, dejando las amenazas; sabiendo que el Señor de ellos y vuestro está en los cielos, y que no hay acepción de personas con él.

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