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Actualizado: 1 de mayo de 2025
Yo, tío, no lo sé. El mal ha venido de súbito. La criada, que me trajo la carta de Clarita, dijo que su ama cayó enferma como herida por un rayo; que eso es verdad, la señora estaba delicada, pero que al fin lo pasaba regular, como casi todos, cuando de repente, cual si hubiera tenido alguna aparición de los malos y hubiera peleado con ellos, cayó en tal postración, que ha sido menester ponerla en la cama, donde está aún con calentura.
Al recorrer la superficie del globo y al examinar con cuidado los fenómenos de la naturaleza, se ven formar ribazos y montes lentamente en verdad, y no con súbito empujón, como quisieran los aficionados á lo milagroso. Se los ve nacer, ya directamente del seno de la tierra, sea indirectamente, digámoslo así, por la erosión de las mesetas, como surge poco á poco la escultura del pedazo de mármol.
Después de tres días Nébel decidió aclarar de una vez ese estado de cosas, y aprovechó para ello un momento en que Lidia no estaba. Hablé con mi padre comenzó Nébel y me ha dicho que le será completamente imposible asistir. La madre se puso un poco pálida, mientras sus ojos, en un súbito fulgor, se estiraban hacia las sienes. ¡Ah! ¿Y por qué? No sé repuso con voz sorda Nébel.
Soñaba que se batía en duelo de honor con Pez, Botín y otros caballeros, y que a todos les mataba, sacándoles hasta la postrera gota de sangre. ¡Horror de los horrores! Pero si Relimpio era la misma tristeza, otro personaje muy conocido nuestro, el gran Bou, veía de súbito compensadas sus desdichas amorosas con una gran ventura en cuestión de intereses. ¡Oh!
En Chuquiago Sucedió en estos tiempos tan gozosos, Un estraño prodigio y gran estrago. Por cima de unos cerros barrancosos, Arrancando del todo un grande lago, Un terremoto súbito lo avienta, Y en otro lugar nuevo lo aposenta.
De súbito, rebelose mi corazón por la idea de un deseo no cumplido de aquella santa mujer después de su transfiguración, e igualmente contra la idea de no poder ver aquellos sagrados restos más que al través de la multitud de muertos desconocidos o indiferentes.
Miré a la puerta y la vi; era ella misma, rodeada de una luz dorada y pálida como la manzanilla y el Jerez que habíamos bebido. Quise levantarme; pero mi cuerpo se hizo de plomo, mi cabeza pesó más que una montaña y cayó entre mis brazos sobre la mesa, perdiendo de súbito toda noción de existencia.
La estatua sonrió, sin perder su inmovilidad ni suspender aquella impúdica rotación que a los otros tanto alegraba y a mí me causaba profunda repugnancia. Súbito hizo una pirueta, pateó el suelo tres o cuatro veces con furor, y vino a sentarse tranquilamente, entre los olés y los aplausos de la reunión.
Antoñico no cejaba en sus demandas ni la joven en sus negativas. Mas al fin éstas fueron desmayando y la bella concluyó por quedarse inmóvil con los ojos extáticos, mientras el galán seguía murmurándole al oído sus deseos. Soledad se pasó entrambas manos por el rostro y, con súbito ademán, sacó una llave del bolsillo y se la entregó. Al mismo tiempo dió la vuelta y se retiró de la ventana.
Julio entraba, poco a poco, en una tranquilidad semejante a la que suelen experimentar algunos, a la hora de la muerte, cuando los sentidos ya sólo subsisten para dar, al espíritu lúcido, una última y original visión de la vida que dulcemente les abandona. Pero de súbito la miseria humana le dominó, como una alimaña que le hubiera saltado a los hombros.
Palabra del Dia
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