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Además, ¡sus palabras rudas y violentas, su ignorancia, su deseo de mantenerlo sometido, tratándole despectivamente en presencia de las gentes!... Martínez vió todo esto de pronto, pero fué porque acababa de encontrar un término de comparación en otra mujer.

Marquesas y duquesas, que habían venido en coches blasonados, y otras que no tenían título pero mucho dinero, desfilaron por aquellas salas y pasillos, en los cuales la dirección fanática de Sor Natividad y las manos rudas de las recogidas habían hecho tales prodigios de limpieza que, según frase vulgar, se podía comer en el suelo sin necesidad de manteles.

Del mismo modo que ella para librarse de las persecuciones iba vestida de mujer, su amante había abandonado el traje femenil, imitando la semidesnudez de los atletas condenados á las faenas rudas. La suciedad propia de su estado le servía para disimular su rostro.

Soplaba el viento furioso de las estribaciones del Triano, que arranca las boinas de las cabezas. Aresti se afirmó los lentes y siguió adelante todavía soñoliento, con esa pasividad resignada del médico que vive esclavo del dolor ajeno. Las rudas suelas de sus zapatos de monte se pegaban al barro; la cachaba iba marcando con su lanza un agujero á cada paso.

Poco á poco, Germán, exclamó entonces un escudero de rudas facciones, cuyo robusto cuello y anchos hombros revelaban su fuerza. Tomáis los insultos de esta gente con asombrosa calma, y yo no estoy dispuesto á que me llamen parlanchín sin más ni más. El barón de Morel ha dado pruebas repetidas de lo que puede y vale, pero ¿quién conoce á estos caballeritos?

Hay, pues, mucha gente que prefiere tripular los botes y canoas navegando sin rumbo prefijado y deteniéndose donde bien les place el tiempo que tienen por conveniente. El amor a la naturaleza y el deseo de conocer las rudas faenas de la mar les arrastra a despojarse de la levita y a empuñar los remos con las manos cubiertas de sortijas.

Lo que no podía sufrir con paciencia era que el Conde se complaciese y aun se gloriase de ir subiendo por mayores asperezas, y de estar luchando con dificultades más rudas que las que ella le había excitado en balde a subir y a vencer. A pesar de su empeño en fingirse todo lo contrario, Elisa insistió entonces en formar gran idea del mérito de doña Beatriz.

Detesto, me estomaga el perdon agresivo y atolondrado de los franceses, y mi mujer lo aborrece aún más, porque mi mujer es más española que yo. Gracias á que, como habla en español, no la entienden. Si supiera francés, es casi seguro que nos veriamos en más de un compromiso. Tales son las rudas claridades con que agasaja á los franceses y á las francesas con especialidad.

No llegaba yo con mis preocupaciones de hombre mundano hasta el extremo de creer que no pudiera llevarse con resignación la vida desconociendo totalmente la magia del gran escenario de mis preferencias, porque tenía en contra de este absurdo el ejemplo de Mari Pepa y el de su amiga de Robacío, que eran el colmo de la felicidad dentro de ese mismo desconocimiento absoluto, sin contar las rudas y sedentarias labradoras que no sabían lo que era una pesadumbre.

«Esas lágrimas que usted derrama, ¿son de arrepentimiento sincero? ¡A saber...! Si usted se nos arrepintiera de verdad, pero de verdad, con contrición ardiente, todavía esto podría arreglarse. Pero sería preciso que se nos sometiera a pruebas rudas y concluyentes... esta es la cosa. ¿Volvería usted a las Micaelas?». ¡Oh!, no señor replicó la pecadora con prontitud.