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Actualizado: 24 de mayo de 2025
Y Juanito miró angustiosamente a la criada que balbuceaba, no sabiendo qué responder. La empujó rudamente y entró. Visanteta sin perder su ceñuda seriedad, levantó los hombros, hizo un gesto de resignación, como diciendo: «Que ocurra lo que Dios quiera»; y volviendo la espalda al señorito, se fue hacia el comedor. No había nadie en el salón.
Poco después Flimnap se encontró con un grupo de noticieros de los grandes diarios, que le iban buscando desde horas antes. Querían conocer su opinión sobre lo ocurrido en la tertulia del Padre de los Maestros, pero él se expresó de un modo ambiguo. De buena gana hubiese contestado rudamente á estos curiosos insaciables que le perseguían á todas horas; pero la gratitud le obligaba á ser cortés.
No hay duda, el señorito Octavio batallaba rudamente con el sueño. Señorito... señorito... ¿no se levanta usted? Sí, sí... allá voy... en seguida. Y dicho y hecho; abrió los ojos, llevó á ellos los puños y los frotó con singular encarnizamiento, corrió todo el cuerpo hacia arriba hasta tocar con la cabeza en la madera de la cama, cruzó los brazos sobre el pecho, y otra vez quedó dormido.
El príncipe le invitó á ocupar el sillón inmediato, pero Castro sólo quiso sentarse ligeramente en uno de los brazos del mueble, para indicar su deseo de que la entrevista fuese corta. Además, habló él primero, exponiendo rudamente su pensamiento, sin preámbulos. Te habrá dicho el coronel mi respuesta.
Los dos camaradas corrieron hacia el muelle, doblando el cuerpo para hacerse más pequeños ante las balas con que los perseguía el enemigo. Otros siguieron defendiéndose rudamente á sus espaldas. Llegaron al puerto á tiempo para ver cómo uno de los vaporcitos huía río arriba, perdiéndose en la noche, y cómo el otro empezaba á apartarse del muelle de madera. Esto no extrañó á Jaramillo.
La vista de las lucecitas diseminadas que brillaban aquí y acullá en la ciudad, produjo un efecto desagradable a la señora Chermidy. Al llegar al término de un viaje, la esperanza que nos había llevado hasta allí con sus alas nos falta, y caemos rudamente sobre la realidad. Lo que nos parecía más seguro queda velado por la duda; no contamos ya con nada y empezamos a esperarlo todo.
El banderillero quedó mudo por la sorpresa. En el cuarto del espada sonaron unos cuantos juramentos acompañados de roce de ropas y el golpe de un cuerpo que rudamente se echaba fuera del lecho. En el que ocupaba doña Sol notose también cierto movimiento que parecía responder a la estupenda noticia. Pero ¡mardita sea! ¿Qué me quié ese hombre? ¿Por qué se mete en La Rinconá? ¡Y justamente ahora!...
Pero no pudieron. Otra mujer apareció abriendo rudamente una puerta... Era Alicia, con las ropas en desorden y el pelo alborotado. Viendo al príncipe, levantó las manos y avanzó, muda é impetuosa, como si pretendiese abrazarlo. ¡Al fin!... Nada le importaba la presencia de Valeria; no la vería.
Entre la apretada fila de chumberas que se extendía detrás del banco, revoloteaban los insectos, brillando al sol como botones de oro, llenando el profundo silencio con su zumbido. Unas gallinas las del ermitaño picoteaban en un extremo de la plazoleta, cloqueando y moviendo rudamente sus plumas. Rafael se abismaba en la contemplación del hermoso panorama.
La joven ha reconocido que había sido inducida á error y ha partido libremente y por su propia voluntad!... ¡Viejo tunante! exclamó Mauricio exasperado, y cogiendo á Bobart por un hombro, le sacudió tan rudamente que Roussel vino al socorro del abogado y sé interpuso entre su ahijado y él. Vamos, hijo mío, un poco más de calma. En todo lo que el señor dice no hay sin duda ni una palabra de verdad.
Palabra del Dia
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