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Actualizado: 23 de noviembre de 2025


Estaba condenada, con veinte años de edad y tanta hermosura, a la viudez perpetua, a la soledad, a amar a quien no la amaba. Todo otro amor era imposible para ella. El carácter de Pepita, en quien los obstáculos recrudecían y avivaban más los anhelos, en quien una determinación, una vez tomada, lo arrollaba todo hasta verse cumplida, se mostró entonces con notable violencia y rompiendo todo freno.

La inundación había empezado á invadir sus dominios, rompiendo las compuertas de acero. ¡A los botes!... ¡Al agua los botes! El capitán repitió sus gritos de mando, ansioso de ver embarcada la tripulación, sin pensar por un momento en la propia seguridad. No se le ocurrió que su suerte pudiera ser distinta á la de su buque.

¡Ah!... ¿y el cura te ha permitido leer novelas y te ha dado conferencias sobre el amor? ¡Pobre cura! ¡Si supierais lo que le he hecho rabiar con eso! Y en cuanto a las novelas, tío, no quería dejármelas leer de ningún modo. Llegó hasta llevarse la llave de la biblioteca; pero, rompiendo un vidrio, entré por la ventana. ¡Pues ya prometías! Y en seguida ¿te diste a soñar y divagar acerca del amor?

¡Para bastante desgracia, Telva! exclamó la buena mujer rompiendo de nuevo á sollozar. Demetria se nos va... ¿Pues? Felicia guardó silencio. Pero el prudente Goro le habló de esta manera: Las cosas de este mundo, Telva, no están siempre en el mismo ser.

Veía los jinetes de la Guardia civil rompiendo la marcha, los timbaleros de la ciudad vestidos de rojo, y las cruces de las parroquias agrupadas sin orden en torno de la manga de la catedral, enorme, pesadísima, como un globo cubierto de figuras bordadas.

El rumor de unirse las tranquilas aguas de los mares bíblicos con las revueltas que recuerdan grandes epopeyas, llegó poco á poco al extremo Oriente; y el Japón dando el ejemplo avanzó en tres lustros lo que no había hecho en muchos siglos; y el rutinario chino abrió sus infranqueables murallas, rompiendo muchos de los antiguos moldes de sus costumbres, al par que perfeccionaba y daba novedad á las líneas en que modela sus bronces y cerámicas.

Tus frases de amor llenas, desbordaron, rompiendo de mi calma las frágiles cadenas, un mar de hirviente lava por mis venas y otro mar de delirios por mi alma. ¡Perdóname, bien mío...! Pusieron contra del alma mía en el volcán impío, su amor la alondra, su murmurio el río, su ausencia el sol, su negra noche el día.

Las bandas militares atronaban las calles inmediatas con sus ruidosos pasodobles, y rompiendo el gentío pasaban los regimientos, con los uniformes cepillados y brillantes, moviendo airosamente al compás de la marcha los rojos pompones de gala y las bayonetas, doradas por los últimos resplandores del sol.

Y, por no oílle, se tapó con las manos entrambos oídos, de lo que también se admiró Dorotea; la cual, estando atenta a lo que se cantaba, vio que proseguían en esta manera: -Dulce esperanza mía, que, rompiendo imposibles y malezas, sigues firme la vía que mesma te finges y aderezas: no te desmaye el verte a cada paso junto al de tu muerte.

La muchedumbre rió al ver la cara del coloso adornada con estas vedijas blancas, y tal fué su entusiasmo, que, rompiendo con irresistible empuje la línea de jinetes, llegó hasta muy cerca de los enormes pies.

Palabra del Dia

vengado

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