United States or Niger ? Vote for the TOP Country of the Week !


A un lado alzábase la colina de San Salvador con su ermita en la cumbre, rodeada de pinos, cipreses y chumberas. El tosco monumento de la piedad popular parecía hablarle como un amigo indiscreto, revelando el motivo que le hacía abandonar a los partidarios y desobedecer a su madre. Era algo más que la belleza del campo lo que le atraía fuera de la ciudad.

Don Fermín soltó la pluma y dejó caer la cabeza sobre las manos. «Ignoraba lo que tenía, pero no podía escribir. ¿Sería el asunto? Acaso no estaría él aquella mañana para tratar materia tan sublime. ¡La infalibilidad! Terrible, pero valentísimo dogma: un desafío formidable de la fe, rodeada por la incredulidad de un siglo que se ríe.

Sustituía a su madrastra porque ésta, a causa de su debilidad, no podía mantenerse tanto tiempo en pie. La duquesa estaba en la sala de conversación rodeada de algunas amigas: allí recibía a los que iban a saludarla. El duque y Osorio, a la puerta de la antesala, ofrecían el brazo a las damas que iban llegando y las conducían hasta Clementina.

La ciudad era la urbe del tiempo romano, rodeada de leguas y más leguas de terreno, sin un pueblo, sin una aldea; sin otras aglomeraciones de vida que los cortijos, con sus siervos del jornal, mercenarios de la miseria, que se veían reemplazados apenas los debilitaba la vejez o la fatiga; más tristes que el antiguo esclavo, que al menos veía seguros hasta su muerte el techo y el pan.

Oyendo esto la turbada señora, soltó los chapines, y desalada y corriendo salió a la sala adonde había dejado a Preciosa, y hallóla rodeada de sus doncellas y criadas, todavía llorando; arremetió a ella, y sin decirle nada, con gran priesa le desabrochó el pecho y miró si tenía una señal pequeña, a modo de lunar blanco, con que había nacido, y hallóle ya grande; que con el tiempo se había dilatado.

En seguida, la ímproba y conmovedora tarea de vestirme todos los dispersos perifollos: allí mi madre, allí la doncella, allí la modista; yo, como un maniquí, rodeada de luces y de espejos. El vestido, sin mangas y casi sin cuerpo, dejábame las carnes, de cintura arriba, medio a la intemperie.

Demora esta ciudad á orillas del riachuelo llamado Eulach, en el fondo de una bonita llanura rodeada de colinas, unas cubiertas de viñedos y otras de bosques de hayas y encinas, y todas salpicadas de alegres casas de campo ú labor.

Isabel, en cambio, se mostraba cada vez más amable y afectuosa con él y con todo el mundo, particularmente con él. Estaba rodeada de pollos que la incensaban sin descanso. A todos contestaba con la misma sonrisa candorosa, enloquecedora. Si a alguno distinguía, era a Villa, en quien posaba a menudo con amorosa expresión sus grandes ojos inocentes y límpidos.

Viéndole ella encogerse con una pudibundez de doncella, prorrumpió en insultos. ¡Ya no era el mozo arrogante de otros tiempos, cuando hacía el contrabando y andaba por los colmados de Jerez con toda clase de mujeres! La tal María de la Luz le tenía embrujado. ¡Una gran virtud, que vivía en una viña, rodeada de hombres!...

Robusto y regordete, parecía que rebotaba sobre la tierra, que hollaba con paso vivo y se hubiera pensado que le decía: ¡Eres buena y te amo! Estaba contento de la vida, de mismo, de todo el mundo. Su benévola cara, rosada y fresca, rodeada de cabellos blancos, recordábame esas rosas tardías que florecen aún bajo las primeras nieves.