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Actualizado: 12 de junio de 2025


Empleando argumentos ingeniosos, y a ratos la fuerza, pudo calmarle repitiendo lo del loco conducido por locos. Su Majestad no vendrá todavía añadió . Yo te juro por el nombre que llevas que serás el primero que sepa su llegada. Poco después Navarro dormía, y en su febril sueño recibió a Su Majestad, le rindió pleito homenaje; oídas sus órdenes, le llevó consigo al teatro de la guerra.

Hecimos la acostumbrada prueba, yendo cada uno primero que yo, de los mismos tres que estábamos, pero a ninguno se rindió la caña sino a , porque, en llegando yo, la dejaron caer. Desaté el nudo, y hallé cuarenta escudos de oro españoles y un papel escrito en arábigo, y al cabo de lo escrito hecha una grande cruz.

Cuando el señorito Gabriel quedó sin mamá de pequeñito, lo cuidó con una formalidad que tenía la gracia del mundo, porque ella no era mucho mayor que él. Una madre no hiciera más. De día, de noche, siempre con el chiquillo en brazos. Le llamaba su hijo: dicen que era un sainete ver aquello. Parece que el peso del chiquillo la rindió y por eso quedó más delicada de salud que las otras.

Sólo con la italiana y la portuguesa tuvo algún contacto. Esta, si se exceptúan las obras de Camoëns, produjo poco original, y, desde la anexión de Portugal á España, rindió más bien tributo á la de su dominadora.

Se rindió. ¡El hijo de Vegallana, del primer aristócrata, venía a suplicarle que volviera al Casino! Oh, aquello era demasiado. No pudo sostener la fortaleza de su resolución. Después de todo dijo en el mero hecho de haberse restablecido la legislación que yo invocaba... ya puedo pisar sin desdoro aquel pavimento.... Pues claro que puede usted pisar.

Tres soldados nuestros movidos de su codicia, ó quizá de la hermosura y bizarría de la mujer, la fueron siguiendo. Reconoció el marido sus enemigos y el cuidado con que le venian siguiendo. Hechó el caballo de su mujer delante, y con el alfanje le iba dando, y animaba con voces, pero el caballo se rindió al calor y cansancio.

Me revolqué mil veces entre las sábanas, presa de fatal desasosiego, de un terror que el silencio y la soledad hacían más cruel. Á cada instante esperaba oir aldabonazos en la puerta y los pasos de la policía en la escalera. Al amanecer, sin embargo, me rindió el sueño; mejor dicho, un pesado letargo, del cual me sacó la voz de mi hija.

Su naturaleza rústica y perezosa fue despertando, y al cabo se rindió. Se rindió, aturdida por aquella huida de la casa paterna, conmovida por las súplicas y los halagos tiernos del joven cortesano, embriagada por el aroma fresco del heno y el vaho espeso y caliente que subía del establo por los agujeros abiertos sobre el pesebre.

Por último, haciendo el P. Lucas fervorosísima oración al arcángel San Rafael y á los ángeles Custodios de aquellas naciones, vino á salir á la Ranchería de los Aruporecas, donde los años pasados había hecho una Misión y rogado á su cacique que le acompañase con algunos de sus vasallos hasta las Rancherías de los Tapacurás, se escusó de hacerlo, temeroso de que los Tapacurás se vengasen de los daños que habían padecido en una guerra que les había hecho; mas dándole el Padre su palabra de que ajustaría la paz, se rindió el cacique á ir acompañando al siervo de Dios.

Cuando el Santo Rei rindió la ciudad de Sevilla, los judíos que en ella tenian sinagogas, salieron á recibirlo, i como muestra de sumision i respeto pusieron en sus manos una llave de plata á trechos blanca i á trechos dorada, en la cual escritas en lengua hebrea, se leen estas palabras: EL REI DE LOS REYES ABRIRÁ: EL REI DE TODA LA TIERRA ENTRARÁ .

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