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Actualizado: 25 de junio de 2025


Este y otros términos que se dicen a los niños les hacían reír cada vez que los pronunciaban; pero la confianza y la soledad daban encanto a ciertas expresiones que habrían sido ridículas en pleno día y delante de gente. Pasado un ratito, Juan abrió los ojos, diciendo en tono de hombre: «¿Pero de veras que vas a tener un chico?...». Chí... y a mimir... ro... ro...

Además, el capitán Flimnap, arrogante y fanfarrón, parecía una persona diferente de aquel profesor Flimnap bondadoso y simple que había conocido. Entusiasmado por sus ridículas tareas militares, permanecería ausente, sin comprobar la exacta ejecución de sus órdenes. Nadie se cuidaba de su alimentación, y él necesitaba comer.

Estaba ella casi en paños menores, mas no considerando el momento propicio al amor, en seguida se vistió y calzó; arrebujose en una bata, y al ver a don Juan que volvía de su cuarto palmatoria en mano, le dijo: Ven, siéntate aquí; la verdad... nada te pido... Y rompió de nuevo en llanto. Nunca había visto él llorar así: en vano quiso que aquellas lágrimas le pareciesen falsas o ridículas.

Igualmente son ridículas dijo Maltrana las lamentaciones por el trabajo de los indios en las minas. Cualquiera creerá que sólo trabajaban ellos. El indio servía para el arrastre de los minerales, como hoy mismo sirven los hombres libres en las minas que carecen de maquinaria.

Tal es uno de los medios, aunque no el único, de que se vale Lope, al ofrecernos personajes y escenas ridículas, puesto que, repetido con frecuencia, sería monótono; á menudo la parodia sólo se bosqueja, ó aparece en rasgos aislados, aunque no por esto dejan de ser, así el gracioso como los personajes de igual índole, parte importante del conjunto, ya sirviendo para analizar con perspicacia los afectos de los demás, para descubrir los secretos móviles de su espíritu y revelar sus ocultos pensamientos; ya interrumpen con sus burlas la seriedad del drama, para proporcionar cierto descanso á los espectadores, cuyo interés se ha excitado en demasía por el prolongado movimiento de los afectos y por la intensidad de su compasión, á fin de que recobren sus fuerzas y hagan frente á nuevas emociones.

Escucha exclamó Diana que ya seguía otra idea, vamos a estar bien ridículas al llegar a París: sombreros de paja en pleno noviembre... ¡Bah! los reporters de la moda no hacen guardia alrededor de las estaciones como en el Club Hípico.

Aunque procurase todos los medios para alejar de tal idea, no podía menos de pensar muy a menudo que María jamás le había profesado un amor sincero y vehemente como el suyo; que había sido su novia por compromiso, por el influjo de las circunstancias especiales en que ambos se encontraban en Nieva; que tal vez ella se había engañado a misma, pensando quererle, pues si le hubiese amado realmente, nunca le hubiese venido la idea de meterse en conspiraciones ridículas ni mucho menos en proponerle odiosas traiciones; que María era una joven de mucho talento y gran imaginación, a propósito para brillar en el mundo o para acometer cualquier empresa religiosa o profana, con tal que fuese elevada, pero incapaz, tal vez por lo mismo, de la ternura de sentimientos, de la constancia, de la abnegación modesta y obscura que deben poseer las buenas esposas y madres.

Si las obras de Góngora se hubiesen estudiado con juicio y previsión, en vez de producir imitaciones descabelladas y copias absurdas y ridículas, podían haber enriquecido á la literatura española con un copioso tesoro de gráficas locuciones, giros é imágenes.

Usted vivía con ella, y la vigilancia, la crueldad de tres señoras ridículas y de un viejo extravagante impedían que la viera, que la socorriera, librándola de tantos martirios. Usted vivía allí, y no le hablaba, no le consolaba, no aparentaba quererla. "He aquí mi ocasión dije yo. Lázaro aparece á sus ojos como un ingrato: ¿no será posible que ella le desprecie?

Por mucho que te espantes y por mucho que ahueques la voz, te diré sin sensiblerías ridículas que para el famoso amor a la madre encubre un agravio miserable y ruin. ¡Qué monstruosidad!... exclamó Lorenzo.

Palabra del Dia

rigoleto

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