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Mirando aquella figura de sainete que se presentaba tan inoportunamente, dije para : ¿Qué vendrá a hacer aquí D. Pedro del Congosto? ¿Si creerá que sus caballerías ridículas sirven de alguna cosa en estas circunstancias? La de Leiva abrió los ojos, vio al estafermo, y como si no diera importancia alguna a su persona, volviose a y me dijo: ¿Qué piensa usted de lord Gray?

Nada más justo. Apenas había puesto el pie sobre la nube de este loco amor, cuando era violentamente precipitado de ella, y he recobrado después de cinco días, apenas, el valor necesario para trazar las circunstancias casi ridículas de mi caída. La señora de Laroque y su hija habían partido por la mañana para hacer una nueva visita á la señora de Saint-Cast y traer en seguida á la señora de Aubry.

Y sin embargo, reconozco que era hermoso y que podía haber hecho la felicidad por unos cuantos meses de una mujer ansiosa de algo extraordinario. Era cuestión de ambiente, de escena... Usted, Gallardo, no sabe lo que es eso. Y doña Sol quedaba pensativa recordando al pobre rajá, siempre tembloroso de frío, con sus vestiduras ridículas, bajo la luz brumosa de Londres.

Juanito, confundido entre este público e insensible a las cosas de este mundo, lo encontraba todo feo y ridículo con su pesimismo feroz. Aquellos pabellones, que vistos con un poco de buena voluntad a la luz artificial recordaban los palacios deslumbrantes de las leyendas, parecíanle ridículas barracas.

Nueva espectadora de aquellas comedias ridículas, Carmen se creyó realmente culpable y llegó a suponer que había sido grave indiscreción preguntarle a doña Rebeca si era nieta de sus abuelos. Otro día, riñendo la hija y la madre, engalladas y descompuestas, estaban ya a punto de «agarrarse», cuando Carmen, entrando en la estancia, se interpuso entre las dos con impulso bondadoso.

La sátira, las escenas, personajes y situaciones ridículas son de ordinario, y con pocas excepciones, sólo elementos subalternos, sólo una especie de locura cuando se comparan con la acción principal más elevada, la cual, aunque se mueve generalmente dentro de esta esfera cómica, nada tiene de común con aquellas bufonadas, ó caricatura de vicios y flaquezas, que frecuentemente se confunden con lo cómico.

Enseñando que el trabajo honrado es la fuente principal de toda mejora y bienestar- Enalteciendo las virtudes morales que nacen de la ley natural y que sirven de base á todas las virtudes sociales- Inculcando en los hombres el sentimiento de veneracion hácia su Creador, inclinándolos á obrar bien- Afeando las supersticiones ridículas y generalizadas que nacen de una deplorable ignorancia-

Deploraba amargamente el haber venido. Las esperanzas que Isabel me había dado parecíanme ahora infundadas, ridículas, engendradas sólo por su deseo frívolo de agradar a todo el mundo. Presa de una angustia indecible, sofocado también por aquel ambiente abrasador, al cual no estaba acostumbrado como los demás, me sentía desfallecer.

Sólo a las lloronas les era lícito sonarse con estrépito y lanzar de rato en rato un ¡ay Jesús! o un suspiro cavernoso, que parecía queja del otro mundo. Escenas ridículas acontecían en los duelos. Un travieso, por ejemplo, largaba media docena de ratoncillos en la cuadra, y entonces se armaba una de gritos, carreras, chillidos y pataletas.

No le imitaba en el vestir, ni en las maneras, porque discretamente, al notar algunos conatos de ello, don Álvaro le había hecho comprender que tales imitaciones eran ridículas y cursis. Burlándose de Trabuco había apartado a Paco, que tenía instintos de verdadero elegante, de tales propósitos.