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Actualizado: 11 de agosto de 2024


El beso de despedida que daba por las noches a la señora de Vitré quemaba la frente de su madre. Cuando rezaba, de rodillas, con la cabeza apoyada contra la cama, veía pasar entre sus ojos y sus párpados imágenes extrañas. No dormía toda la noche de un tirón, como antes; su sueño era entrecortado. Se levantaba antes del amanecer y corría por el campo con una impaciencia febril.

Don Martín Fernández de Navarrete publicó en su Colección de Viajes y descubrimientos lista de cuarenta individuos que le fué remitida desde el Archivo de Indias, entendiendo por la expresión del encabezamiento, que rezaba murieron en la isla Española, fueran los que dejó Colón en la fortaleza de la Navidad después del naufragio de la capitana y, por tanto, los que en ella habían ido, primeros europeos que fecundaron con su sangre la tierra recientemente hollada.

El sueño y la pereza le decían que parecía más temprano que otros días, que el despertador mentía como un deslenguado, que no debía de ser ni con mucho la hora que la esfera rezaba. No hizo caso de tales sofismas el cazador, y sin dejar de abrir la boca y estirar los brazos se dirigió al lavabo y de buenas a primeras zambulló la cabeza en agua fría.

Mi amita le había conocido en la iglesia, y el pérfido amor se apoderó de ella, mientras rezaba; pues siempre fue el templo lugar muy a propósito, por su poético y misterioso recinto, para abrir de par en par al amor las puertas del alma. Malespina rondaba la casa, lo cual observé yo varias veces; y tanto se habló en Vejer de estos amores, que el otro lo supo, y se desafiaron.

Rezaba el cura, y a lo lejos parecían contestarle las ventanas del salón, bocas de luz que lanzaban arpegios de piano y trinos de romanza. Las oraciones fúnebres hablaban de la tierra, materia original, del polvo al que retornamos, del gusano compañero miserable de nuestro último sueño.

Se rezaba de comunidad el rosario de Nuestra Señora, y en la novena se añadió leccion espiritual todos los dias y pláticas, para disponer la gente á que se confesasen y comulgasen, como lo hicieron al fin de ella todos con mucha piedad.

Y sin acordarse más del Toisón de Oro, púsose á rezar, como todos los días, sus oraciones de la mañana. Y á medida que rezaba, parecíale que todos los Gilitos pobres y desvalidos del reino se agrupaban en torno suyo, alzando también á Dios sus manitas, y que él decía, llevando, como hermano mayor, la voz de todos: ¡Padre nuestro, que estás en los cielos!...

Estaba escrita con letra vacilante y temblona, y rezaba: «Ilustre señora: Pedrito y Augustias salieron en un coche para Inhiesta, a las cinco de la tarde de hoy. Se idolatran. Quieren casarse. Yo creí ejecutar una acción generosa ayudándoles. Llevan cincuenta duros que les presté; y no es que los reclame. Perdónelos y perdóneme, si nos equivocamos, por haber amado tanto.

Al verdugo también se le obliga a permanecer allí, pero por otro motivo; se trata de purificarle por anticipado del homicidio que va a cometer. Todo transcurría, pues, en el orden apetecido; los cirios ardían, los monjes cantaban, el verdugo rezaba, y el ataúd abierto esperaba.

Abierta esta, se metían todos dentro con tanta prisa como si fueran a coger puesto en una función de gran lleno, y empezaban las misas. Hasta la tercera o la cuarta no llegaba Barbarita, y en cuanto la veía entrar, Estupiñá se corría despacito hasta ella, deslizándose de banco en banco como una sombra, y se le ponía al lado. La señora rezaba en voz baja moviendo los labios.

Palabra del Dia

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