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Imaginando, pues, esto, quiso certificarse si las señas que de don Quijote traía venían bien, y, sacando del seno un pergamino, topó con el que buscaba; y, poniéndosele a leer de espacio, porque no era buen lector, a cada palabra que leía ponía los ojos en don Quijote, y iba cotejando las señas del mandamiento con el rostro de don Quijote, y halló que, sin duda alguna, era el que el mandamiento rezaba.

Elena, arrodillada al lado de la cama, rezaba silenciosamente con un amoroso ardor de pena y de fe que la transfiguraba. Yo la envidiaba muy de veras... Elena... hija mía... La joven se levantó y acercó la mejilla a aquellos labios moribundos, que la besaron. Después, el enfermo, dijo con voz débil: Oigo como un ruido de campanas... ¿Será que sueño?

Ciento y tantas oraciones sabía de coro, un tono bajo, reposado, y muy sonable que hacía resonar la Iglesia donde rezaba, un rostro humilde y devoto que con muy buen continente ponía cuando rezaba sin hacer gestos ni visages con boca ni ojos, como otros suelen hacer. Allende de esto tenía otras mil formas y maneras para sacar el dinero.

Escaparon, por gran ventura, de aquella matanza algunos pocos, los cuales fueron al punto á dar aviso al P. Caballero, que habiéndose quedado sólo en su Rancho, todo absorto en Dios, rezaba el Oficio Divino; y no sufriendo un neófito verle expuesto al estrago de aquellos bárbaros, lo puso sobre sus espaldas para librar su vida con la fuga.

El rótulo rezaba: «Apolonio Caramanzana, maestro artistaHabía un ancho escaparate, con límpida luna de cristal.

Despues de la caida del sol volvia á reunirse en coro el clero parroquial para cantar vísperas; y durante la noche se decian los nocturnos, en tres tiempos, lo mismo que las horas. Cada dia el rector con su clero celebraba en la parroquia los divinos oficios con esta distribucion de horas y nocturnos, y con diferencia de himnos y oraciones segun se rezaba de santo mártir, ó confesor, ó vírgen.

En todas decía que rezaba cada noche por sus bienhechores. Contaba ciento y tantos santos abogados suyos; y en verdad que había menester todas estas ayudas para desquitarse de lo que pecaba. Acostábase en un aposento encima del de mi amo, y rezaba más oraciones que un ciego. Entraba por el Justo Juez y acababa con el Conquibules que ella decía y en la Salve rehila.

Rezaba con los ojos secos, rezaba á solas con su desesperación, fijando en la cruz una mirada de hipnótica tenacidad... Allí estaba su hijo, tendido junto á sus rodillas, lo mismo que de niño, en la cuna, cuando ella, vigilaba su sueño... La exclamación del padre estallaba también en su pensamiento, pero sin exasperaciones coléricas, con una tristeza desalentada. ¡Y no le vería más!... ¡Y era posible esto!

Sonaba y resonaba en la bóveda la tos de un viejo que rezaba en una capilla escondida; los pasos de un monaguillo irreverente retumbaban sobre la tarima de un altar, y como un refuerzo del silencio llegaba a los oídos un rumor tenue de los ruidos de Vetusta.

Despues se desayunaban, y marchaban cantando la letania de la Virgen, y despues de ella rezaba el Padre Cardiel el itinerario clerical. A la noche rezaban el rosario, y cantaban la Salve: y para el rezo de mañana y tarde, y para hacer cargar las mochilas y caminar, hacia el Padre señal con una campanilla que servia de tambor.