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Actualizado: 17 de mayo de 2025
Mostrábase preocupado; buscaba evasivas para no contestar á derechas: sus misterios y reticencias daban á su interlocutor una confusa alarma. Al fin tuvo D. Fadrique que dejar partir al fraile, sin averiguar nada más que lo que ya sabía. Se pasaron horas y horas, y aunque se tendió en la cama, no pudo dormir. Mil tristes ideas le atormentaban y desvelaban.
Y yo no estoy para oír sermones ni aguantar pullas ni traducir reticencias.... ¡Hasta Teresa anda en ello! ¡Dos veces a palacio!... ¡El niño perdido.... Esto es insufrible!...». El reloj de la catedral dio la hora con golpes lentos; primero, cuatro agudos, después otros graves, roncos, vibrantes.
¡Con qué interés ardiente recogía todas las palabras que se cambiaban entre aquellos maldicientes! Y a medida que iban poniéndole en claro el suceso y que iban acumulando pormenores, entreverando frases burlonas y reticencias de efecto cómico, su corazón se apretaba, se apretaba poco a poco, como si todos ellos lo fuesen oprimiendo entre sus manos, uno después de otro, para hacerle daño.
Aquellas reticencias respecto a Gloria, con que no contaba, me molestaron más aún que el discurso de don Oscar, que se apresuró a tomar la palabra, diciendo: No estoy conforme con casi nada de lo que acaba de decirnos este caballerito. Ha hablado bastante, y a pesar de traerlo aprendido de memoria, he observado mucha confusión y mucho desorden en su perorata.
Las demás somos tan buenas como ella... pero su temperamento frío, su poco trato, su orgullo de mujer intachable, le hacen ser menos expansiva y por eso nadie se atreve a murmurar.... Pero tan buena como ella son muchas...». Las reticencias de la Fandiño eran todavía recibidas con desconfianza, en casi todas partes.
Por varias reticencias que le escuché en sus discursos, entendí también que Cupido le había sido adverso, y que sólo después de una dolorosísima experiencia había llegado a adquirir un conocimiento exacto y completo de las tretas de este dios, lo cual la ponía ahora en situación de aleccionar a los neófitos como yo y prevenirles.
No digo que todo sea virtud, pero faltan las ocasiones. Y la sana influencia del clero, sobre todo del clero catedral, hace mucho. Tenemos un Obispo que es un santo, un Magistral.... Hombre, el Magistral... no me venga usted a mí con cuentos.... Si yo hablara.... Además, todos ustedes saben.... El que empleaba estas reticencias era Foja.
El juez aguardó un momento la respuesta, y en seguida continuó lentamente: Advierto a usted que las reticencias podrían perjudicarla. La nihilista manifestó su indiferencia encogiéndose de hombros desdeñosamente. ¿A quién acusa usted? ¿A mí, o a Alejo Petrovich, o a ambos? ¡Me parece que usted quiere invertir los papeles!
En interés de todos, pido á usted, pues, que me responda sin reticencias. Pregunte usted. Mi memoria se ha debilitado, pero lo que yo no recuerde podrá precisarlo mi hija. Entre los amigos de Jacobo, había uno más intimo, más querido que los demás y que se había criado con él; el conde Juan de Sorege.
Todavía, después de tantos años, ahora que de nadie necesito, ahora que si no soy rico, por lo menos vivo cómoda y decentemente, sin pensar en el dinero para el día de mañana, cuando recuerdo la hipócrita calumnia de Ricardo y las reticencias de don Juan, siento que me ahoga la sangre.
Palabra del Dia
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