Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 3 de mayo de 2025
Cuando salió al muro a dar las tres voces, los troyanos se echaron en tres oleadas contra la ciudad, los caballos rompían con las ancas el carro espantados, y morían hombres y brutos en la confusión, no más que de ver sobre el muro a Aquiles, con una llama sobre la cabeza que resplandecía como el sol de otoño.
Así resplandecía el sitio que él ocupaba de sorprendente limpieza, en medio del desorden y la dejadez del resto de la habitación; al principio, quiso imponer sus hábitos morigerados, asignando su puesto a cada objeto y haciendo que la escoba y el plumero desempeñaran el papel que aconseja y manda la higiene; pero aquello fué lo mismo que pretender aplicar la regla de San Benito a una tropa de reclutas.
Aquí le dijo , Pedro: aquí toda esta tarde a mi lado ¡Quién sabe si, enfrente de aquella hermosa figura de hombre joven, no le pesaba a la pobre Ana, a pesar de su alma de sacerdotisa, dejar la vida! ¡Quién sabe si quería solo evitar que la movible Adela, revoloteando en torno de aquella luz de belleza, se lastimase las alas! Porque aquella Ana era tal que, por donde ella iba, resplandecía.
El mar, como un lago azul, se rizaba apenas por el viento; en los barcos comenzaban a brillar las luces, y en el puerto resplandecía una fila de faroles; el cielo de otoño, un cielo azul y rosa, sin una nube, iba obscureciendo. Las luces de San Fernando comenzaban a reflejarse en el agua, y la esfera del reloj del Ayuntamiento de Cádiz se iluminaba y se destacaba en el cielo pálido.
El herraje de los braseros parecía atizarse entonces en la sombra; pero, inmediatamente, llegaba la larga hilera de servidumbre trayendo una aurora de luminaria, que resplandecía en la palidez de los rostros, en la blancura de las lechuguillas, en el sayal amarillento de los dominicos, haciendo chispear las veneras de las Ordenes militares y los preciosos joyeles sobre los terciopelos y brocados.
La generosidad del Comendador humillaba su orgullo, y por más que trataba de empequeñecerla ó de afear y envilecer sus causas fingiéndoselas vulgares, absurdas ó caprichosas, dicha generosidad resplandecía siempre y la ofendía. La voluntad de Doña Blanca era de hierro: pocas personas más pertinaces y firmes que ella; pero su espíritu vacilaba y no se aquietaba jamás.
25 si me alegré de que mi hacienda se multiplicase, y de que mi mano hallase mucho; 26 si he mirado al sol cuando resplandecía, y a la luna cuando iba hermosa, 27 y mi corazón se engañó en secreto, y mi boca besó mi mano, 28 esto también fuera maldad comprobada; porque habría negado al Dios soberano. 29 Si me alegré en el quebrantamiento del que me aborrecía, y me regocijé cuando le halló el mal;
La luz no hiere con su lumbre pura mis ojos apagados donde ántes su fulgor resplandecía, y á través de una niebla siempre oscura miro la alegre claridad del dia. No hay eco que hasta mí llegue distinto, ni idea que despierte mi entusiasmo; no hallo placer que excite en mí el instinto, ni dolor que me saque del marasmo.
Y después, por una de esas volubilidades de la fantasía, me imaginé que era el amanecer; que el altar estaba adornado con rosas blancas; que resplandecía iluminado con centenares de luces; y que una joven, en traje de boda, oraba en un reclinatorio; una joven elegantísima, no sé si Angelina o Gabriela, cubierta graciosamente con el velo nupcial.
Afuera el aire resplandecía y el cielo azul brillaba como un límpido esmalte sobre la austera y rocosa campiña. Por momentos el Rey levantaba la cabeza para meditar, y la luz que entraba por los vidrios desteñía del todo sus pupilas quietas y aceradas de serpiente.
Palabra del Dia
Otros Mirando