United States or Turkmenistan ? Vote for the TOP Country of the Week !


En sus ojos resplandecía toda la vida que faltaba en los de la imagen. ¡Qué hermosa era la obra de Dios! ¡Qué risible la labrada por el hombre!

Cuando salieron de Madrid habían dado ya las doce de la noche. Era clara y fría como suelen serlo las del invierno en la capital de España. El disco de la luna resplandecía sobre la llanura árida que se extiende a entrambos lados de la carretera. La augusta serenidad del cielo tachonado de estrellas no logró mitigar la tortura del artista.

El deseo de ser creída resplandecía de tal modo en sus ojos, que Guillermina no pudo menos de ver asomada en ellos la conciencia. Pero como disimulaba esto, permaneciendo fría y observadora, la otra se impacientaba y enardecía, no sabiendo ya qué decir para convencerla. «¿Por qué quiere usted que se lo jure?... ¡Vamos, que dudar esto!... Ni verle, ni saber de él tan siquiera...».

Resplandecía también en los lagares y esfoyazas por la oportunidad y donaire de su lengua; en las danzas por su extremada voz y el variado repertorio de sus romances, en los bailes por la destreza de sus piernas, por su aire gentil y desenvuelto. Pero mejor que en parte alguna resplandecía en cualquier rincón solitario al lado de una bella.

Y si no ha vuelto, volverá... Quiere decirse que te hará la rueda cuando venga y se entere de que ahora vas para santa. que eres boba... déjame en paz. Y suponiendo que venga y me ronde... ¿A qué? Sor Natividad examinó el brochado y vio «que era bueno». Satisfacción de artista resplandecía en su carita seca.

Ramiro, dejándose caer en una silla, junto a la pequeña mesa aderezada ya para la cena, fijó su mirada en el blanco mantel, que resplandecía bajo las llamas del candelabro, y después de largo silencio, repuso: Aunque así fuera, es menester seguilles. Ellos son los valientes y los honrados.

Las sombras del crepúsculo empezaban a cubrir la ciudad, mientras que la bella y colosal estatua de bronce dorado, emblema de la fe, que se enseñorea en lo alto de la Giralda, resplandecía a los últimos rayos del sol, radiante y ardiente como la gloria de los grandes hombres que la pusieron allí, coronando la inmensa basílica.

Y los que por allí cruzasen á la sazón observarían, no sin sorpresa, que el pálido semblante del señorito resplandecía como el de las estatuas de los héroes, y su cuerpo afeminado parecía hecho de acero al escalar los primeros riscos de la Peña Mayor. Las heces del cáliz. Salieron solos. El conde había dormido mal y necesitaba todavía algún descanso.

Perlita, á quien agradó la resplandeciente armadura tanto como el brillante frontispicio de la casa, se entretuvo algún tiempo mirando la pulida superficie de la coraza que resplandecía como si fuera un espejo. ¡Madre! gritó, madre, te veo aquí. ¡Mira! ¡mira!

Su rostro resplandecía de júbilo. ¡Triunfo completo! gritó desde la puerta . Después de Dios, mi hermano Teodoro. ¿Es cierto?... Como la luz del día.... Yo no lo creí... ¡Pero qué triunfo Sofía! ¡Qué triunfo! No hay para gozo mayor que ser hermano de mi hermano.... Es el rey de los hombres.... Si es lo que digo: después de Dios, Teodoro. Fugitiva y meditabunda