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Actualizado: 21 de octubre de 2025
La conspiración del Escorial, los tumultos de Aranjuez, las vergonzosas escenas de Bayona, la abdicación de los reyes padres, las torpezas de Godoy, las repugnantes inmoralidades de la última Corte, los tratados con Bonaparte, los convenios indignos que han permitido la invasión, todo esto, señora amiga mía, que es el colmo del horror y del escándalo, ¿lo han traído por ventura las Cortes?
No encontrando lo que buscaba en lo que parece más alto, descendió de escalón en escalón, visitó lugares donde había estado algunas veces y otros donde no había estado nunca. Halló caras conocidas y amigas, caras desconocidas y repugnantes, y a todas pidió noticias, buscando remedio al tifus de curiosidad que le consumía.
De no morirse, le habrían nombrado académico. Le habrían obligado a hacer estatuas de filántropos repugnantes, de generales a caballo, de políticos de levita. Hubiera tenido que modelar, con todo su parecido vulgar y ramplón, la cara del hijo ilustre de cada ciudad, que, generalmente, es el cacique de la misma.
Miquis te ha dicho, bien lo sabes, que eso es un vicio, un puro vicio, como tantos otros hábitos repugnantes, como la embriaguez o el juego, y de ese vicio nace una verdadera enfermedad.
He seguido paso a paso tus manejos, y nada te he dicho; has comenzado a sorber el seso a mamá, y he callado: ahora te declaro francamente que no consentiré que, por adorar a Dios y sus santos, se olvide el cuidado de mi padre, y que no te dejo hacer a Leo esas repugnantes descripciones del vicio que encienden impureza en quien vive libre de ella.
¡Cuántas veces en mis noches de horror, encadenado á mis compañeros de miseria, he recordado aquellas repugnantes escenas, en las que tenía el valor de oponer á las lágrimas de mi madre un cinismo burlón y feroz! ¡Cuánto he deplorado aquella ceguera que me entregaba á los consejos pérfidos de mis aduladores y de mis parásitos y me impedía ver la actitud suplicante de dos ángeles que querían salvarme!... Pero yo estaba destinado á la desgracia y, debo confesarlo, muy justamente.
¿No se ponen en práctica los medios más repugnantes por todos, para conservar el favor del rey?... Vos mismo, ¿no habéis ennoblecido á ese don Rodrigo Calderón, que al cabo se ha vuelto contra vos... como que no puede obrar sino miserablemente el que por miserables medios se ha engrandecido? ¿no lo he visto yo aprovechando todo? ¿qué hay que extrañar en que yo, cansada de sufrir, haya querido ser feliz de la única manera que podía serlo, y haya abierto mi alma á Quevedo?
Entre los autos de nuestro poeta se distingue por su grandioso pensamiento, y por muchos otros rasgos verdaderamente poéticos, La mayor soberbia humana, aunque al lado de ellos observemos bufonadas repugnantes y otras faltas de buen gusto.
Que le quede, pues, a este hombre, ya inútil para su patria, la gloria de haber representado la civilización europea en sus más nobles aspiraciones, y que sus adversarios cobren la suya de mostrar la barbarie americana en sus formas más odiosas y repugnantes; porque Rosas y Rivadavia son los dos extremos de la República Argentina, que se liga a los salvajes por la pampa y a la Europa por el Plata.
El que pasa la noche bajo las supremas angustias del juego ése, para quien la acción y el fin de la vida están en las astucias del tapete y en sus éxitos repugnantes, se alza bravamente ante los distinguidos tahures o «clubmen» que le rodean y palpitante de emoción o de angustia, proclama: ¡Caballeros! ¡No juego más; ya es de día!
Palabra del Dia
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