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Actualizado: 6 de mayo de 2025


Sobre su fisonomía, blanca como la cera, volví á hallar repentinamente la exquisita dulzura y la gracia delicada, que el sufrimiento había desterrado poco antes; el ángel del eterno reposo extendía visiblemente sus alas sobre aquella frente apaciguada. Caí de rodillas: ella entreabrió los ojos, levantó penosamente su cabeza desfalleciente y me dirigió una larga mirada.

Diciendo esto se sentó en la silla, y quitándose el sombrero lo puso sobre la cama. Fortunata le encontró más delgado; la calva parecía mayor, y sus miradas tenían cierto reposo que la tranquilizó.

Digan en buena hora que el trabajo es una necesidad dolorosa para la conservación de la vida, pero no digan que es una virtud, pues el reposo y la dulce inactividad son más gratos al hombre y a todos los animales que el movimiento y la fatiga.

Sea en buen hora; pero al menos no se diga que la experiencia nos presenta los cuerpos como indiferentes para el movimiento y el reposo; si se quiere, explíquese el movimiento sin actividad, sosténgase que no hay actividad, no obstante las apariencias experimentales; pero no se diga que estas apariencias demuestran la falta de actividad.

La avícula productora de la perla busca algún reposo en la copa de las esponjas; la frágil ostra pena sólo se aventura entre la hierba cenagosa; el folado anida en la piedra, vuelve á empezar las artes del esquino, mas ¡en qué grado tan inferior!

Las cosas están en feliz reposo, cuando se hallan en su lugar natural; el lugar del corazón humano es el corazón de Dios, y el suyo está en este asilo seguro. Coma otro confite. ¿Qué es eso, hijo mío, qué es eso? Yo estaba colocando sobre el breviario abierto, en una página del Evangelio de la pobreza, un fajo de billetes del «Banco de Inglaterra», y balbuceé: Un recuerdo para sus pobres...

Testamento de Antonio Pérez, otorgado en París el 29 de octubre de 1611, haciendo profesión de fe católica, mandando se enterrara su cuerpo en la iglesia del Convento de los Celestinos, y que se celebraran misas por el reposo de su alma.

Confiad en , que ni duermo ni reposo, que estoy siempre alerta, y que como decís muy bien, soy el mochuelo del alcázar, y que contando con vos, don Francisco, nada temo. Don Rodrigo se nos escapa; pero juro á Dios, que como el diablo no le ayude... Diablo y aun diablos debe tener al lado, cuando esta noche no ha dado con él al traste el bravo Juan Montiño.

Los gritos y alaridos mensageros Allí son de una nave á otra enviados, Y cada cual socorro demandaba, Que igual era el dolor que se pasaba. Librónos nuestro Dios de aquel tormento, De aquel trance y dolor tan doloroso, Desistiendo el feroz y crudo viento, Y viniendo bonanza con reposo.

¡Tengo tanta necesidad de reposo, pobre nena mía! ¿Por qué no me llevas contigo? ¡Ay, si pudiera!... murmuró Fabrice. ¡Anda, llévame, papacito! ¡No es posible, alma mía!... ¡Anda... vete a dormir!... ¿Te vas por mucho tiempo? continuó la niña. Por... alguno... Todavía no lo fijo... ¡Anda... anda a dormir, hija mía! Jacques dio un beso a aquel querubín.

Palabra del Dia

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