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Actualizado: 16 de junio de 2025
Pronunciadas estas palabras, que el concurso acogió con un redoble de hilaridad, el noble señor de las Matas de Arbín se llevó la mano á su sombrero de felpa, hizo un saludo digno del mariscal de Richelieu y montando de nuevo en su jamelgo dió la vuelta hacia su casa solariega. Aquella noche hubo fila, como todas, en el palacio del capitán.
Dos palillos mal forrados en un pellejo sobrante eran los brazos, que no cesaban de moverse, amenazando tocar un redoble sobre la cara del oyente; y dos manos de esqueleto, con las falanges tan ágiles que parecían sueltas, no paraban en su fantástico girar alrededor de la frase, cual comentario gráfico de sus desordenados pensamientos.
Y entre el repique de las castañuelas y redoble de los atabales, avanzaban las cuatro parejas de gigantes, enormes mamarrachos cuyos peinados llegaban a los primeros pisos y que danzaban dando vueltas, hinchándose sus faldas como un colosal paracaídas.
Acá, nosotros, estamos cargados con la maldición y el castigo que mereció el pecado del primer hombre; pero ¿qué pecado cometieron el Adán y Eva de los burros, para que estos pobres animales tengan la vida mortificada? ¡Eso me pasma! Se comerían la peladura de la manzana dijo Momo con una carcajada como un redoble de bombo. Encontraron entonces a Manuel y a José, que iban de vuelta al convento.
La música militar, que seguía tocando en el patio, quedó ensordecida por el redoble de una gran banda de tambores que se aproximaba viniendo del interior del palacio. Los altos y poderosos señores del Consejo Ejecutivo sólo podían presentarse en las ceremonias oficiales rodeados de gran pompa. Entraron en el patio los tambores, que eran unos treinta, y detrás de ellos igual número de trompeteros.
Esta madrugada, cuando empezaba a alborear, me despierta con sobresalto un tremendo redoble de tambor... ¡Rataplán, rataplán!... ¿Qué es esto? ¡Un tambor en mis pinos, y a tales horas!... ¡Qué cosa más extraña! Pronto, a prisa, me levanto y corro a abrir la puerta. ¡No veo a nadie! Cesó el ruido... De entre unas labruscas húmedas, vuelan dos o tres chorlitos sacudiéndose las alas.
A un sostenido redoble salió el munícipe, y todos juntos y al compás de un paso doble, se dirigieron á la Casa Real en la que juraron sus cargos ante el Alcalde, los electos á quienes les hizo comprender en un pequeño discurso sus deberes, después de haberles entregado los bastones y bejuquillos, símbolos de sus empleos.
En tierra, sentado sobre un trozo de carbón, un negro viejo, sobre cuyo rostro en éxtasis caía un rayo de luz, movía la cabeza con un deleite indecible, mientras batía con ambas manos, y de una manera vertiginosa, el parche de un tambor que oprimía entre las piernas, colocadas horizontalmente. Era un redoble permanente, monótono, idéntico, a cuyo compás se trabajaba.
Por la falda de la colina opuesta, donde está asentada Canzana, bajaba ya la procesión de los ramos llevando á su frente al valeroso Celso. Sonaban lejos las notas agudas de la gaita y el sordo redoble del tambor. Poco después se escucha el ruido de los panderos y el cántico de las mozas.
A los ocho días de celebrarse la anterior junta, todo el pueblo estaba en movimiento. Por mañana y tarde un redoble de tambor y un alegre paso doble convocaba á todo el que gratuitamente quería contribuir á levantar el escenario. Como la fiesta era para el pueblo, este en masa acudía á la gran explanada, cerca de la mar y á la vista del Mayon, que se había elegido para construir el teatro.
Palabra del Dia
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