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Actualizado: 16 de junio de 2025
La celeste chiquillería, sin respeto alguno, salta de nube en nube, se entretiene en deshojar sobre la tierra las guirnaldas de flores que han dejado olvidadas las santas. Uno abre el compartimiento de la lluvia y la hace caer sobre el mundo; otro se acerca a la llave de los truenos y la toca: ¡redoble espeluznante que turba el jugueteo y los pone en fuga!
Esta operación del revoloteo y el cobijo iba siempre acompañada de un precipitado redoble de tambor, tocado por un tamborilero hasta cierto punto eclesiástico y consagrado a aquel menester. No cerraba la procesión ninguna tropa de veras, porque en el pueblo, desde que se había extinguido la milicia nacional, no había soldados. Sólo había dos guardias civiles.
Al salir, le palpitaba el corazón fuertemente, los ojos le relucían, las mejillas se coloreaban, los pies bailaban sobre la escalera con redoble firme y alegre. Es que el doctor Ibarra, el médico más afamado de la corte, un sabio respetado en toda Europa, un semidiós de la ciencia, le acababa de prometer la vida. ¡La vida! Al poner el pie en la calle, la encontró hermosa y amable como nunca.
¿Y por qué no había de serlo, señor? El duque también lo es. ¡Qué habías de ser liberal! tornó a decir el veterano en tono fuerte y recalcado, como un redoble de tambor. Vamos murmuró Rafael ; mi tío, por lo visto, no consiente en que sean liberales sino las artes que llevan esa denominación.
Escúchase un redoble: La infantería inmoble Sus armas descargó. Y al ver sus bayonetas «Á la carga, cornetas!» Zacarías gritó. Y todos enristraron Y en pos de él se arrojaron Sus lanzas á estrellar. ¿El plomo y la metralla, El foso y la alta valla Su furia detendrá? Proteja Dios al fuerte Que va á retar la muerte Cargando con valor! Y si caer le toca, Caiga como una roca Con ímpetu y fragor.
¿Y si el padre, si don Ramón levantase la cabeza? ¿Si viese cómo su hijo por un amor destruía de golpe lo que tantos años había costado levantar?... Pasaban un puente. Abajo, en el seco cauce, se destacaban las manchas rojas y azules de un grupo de soldados y sonaba el redoble de los tambores como el zumbido de una enorme colmena.
Y sonrió pensando en aquel mundo de persecuciones y dolores que abandonaba como en un lugar remoto, situado en otro planeta, al que jamás había de volver. La catedral le guardaba para siempre. En el silencio profundo del claustro, al que no llegaban los ruidos de la calle, el compañero Luna creyó oír, lejano, muy lejano, el chillón sonido de las cornetas, y después un sordo redoble de tambores.
Los encapuchados, con sus cirios crepitantes, escoltaban a la Virgen, temblando el reflejo de sus luces en este manto regio que poblaba el ambiente de vivos fulgores. Al compás del redoble de los tamboree, marchaba luego un rebaño de hembras, el cuerpo en la sombra y la cara enrojecida por la llama de las velas que llevaban en las manos.
Uniéronse a estos sonidos discordantes las notas agudísimas del cuerno de caza y el redoble del tambor, produciendo entre todo una algarabía insoportable.
Palabra del Dia
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