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Actualizado: 27 de junio de 2025


Y contóle el escrutinio que dellos había hecho, y los que había condenado al fuego y dejado con vida, de que no poco se rió el canónigo, y dijo que, con todo cuanto mal había dicho de tales libros, hallaba en ellos una cosa buena: que era el sujeto que ofrecían para que un buen entendimiento pudiese mostrarse en ellos, porque daban largo y espacioso campo por donde sin empacho alguno pudiese correr la pluma, descubriendo naufragios, tormentas, rencuentros y batallas; pintando un capitán valeroso con todas las partes que para ser tal se requieren, mostrándose prudente previniendo las astucias de sus enemigos, y elocuente orador persuadiendo o disuadiendo a sus soldados, maduro en el consejo, presto en lo determinado, tan valiente en el esperar como en el acometer; pintando ora un lamentable y trágico suceso, ahora un alegre y no pensado acontecimiento; allí una hermosísima dama, honesta, discreta y recatada; aquí un caballero cristiano, valiente y comedido; acullá un desaforado bárbaro fanfarrón; acá un príncipe cortés, valeroso y bien mirado; representando bondad y lealtad de vasallos, grandezas y mercedes de señores.

Pues procuremos ver. Y se encaminó recatada y silenciosamente á la puerta de las Meninas, y con el mismo recato miró al interior. Bajo un farol turbio estaba parado Juan Montiño. ¿Conque le esperan? ¿conque le han citado? ¿quién será ella? dijo Quevedo. Pasó algún tiempo; Juan Montiño esperando, y don Francisco observándole.

Nuño llevó a Montilla, y entregó recatada y secretamente al hermano menor de D. Alonso de Aguilar, una extensa carta, escrita por doña Mencía, y que decía de esta suerte: VII

Que el parecer recatada Era todo su cuidado, Y díjome que había estado Sólo dos meses casada; 460 Porque su noble marido, De enamorado, murió. No envidio la muerte yo, La causa . Necio ha sido, Pues tanto tiempo tenía. 465 Poca edad y mucho amor, Toda la vida, Señor, Remiten á solo un día. ¿Cómo trae tan pequeñas Tocas? Más hermosa está. 470 Porque las largas son ya Para beatas y dueñas.

Körner se había puesto en pie, y sus manos, aplaudiendo, sonaban como batanes; Marta aplaudía también, con gran asombro de las damas indígenas, que creían privilegio de su sexo la impasibilidad ante el arte, y hubieran reputado, por unanimidad, indigno de una señora recatada batir palmas ante una cómica; ni más ni menos que creían una abdicación del sexo levantarse en visita para saludar o despedir a un caballero.

Nadie contestó de adentro. No nos abrirán dijo Velludo ; ha pasado hace mucho tiempo la hora fijada de las ordenanzas. Va veréis dijo el alférez tocando de nuevo á la puerta : ¡abrid al alférez Saltillo! Como si aquel nombre hubiera sido un conjuro, la puerta se abrió. Entrad dijo una voz recatada y no arméis ruido, no os oigan los vecinos y den parte á una ronda. ¡Vaya unos vecinos!

La lucidez de mi amoroso anhelo entrevé tu límpida mirada, que a través de las sombras de tu velo me hiere el corazón como una espada. Marchando, silenciosa y recatada, hacia el altar, con religioso celo, pareces una virgen arrancada de las alturas del divino cielo. La nieve de tu frente se ilumina cuando el ungido tu presencia acierta y a darte el cuerpo de Jesús se inclina;

El viajero no puede ménos que notar en Basilea ciertos rasgos característicos de las costumbres, que solo se encuentran en las localidades pertenecientes á razas germánicas. Donde quiera, en nuestras excursiones por Alemania, Holanda y la Bélgica flamenca, hemos encontrado un cierto espejito, símbolo original de curiosidad recatada, que en Basilea se muestra en todas las ventanas.

Y crecieron mis ganas y se hicieron irresistibles cuando vi, primero en la iglesia y después en la feria, a la recatada y joven viuda, con quien quise timarme, como decimos por ahí; pero, por lo pronto fue en balde mi conato, porque sin duda, no lo consentían la modestia y la honestidad de la dama. ¿Qué no logran, sin embargo, la terquedad y la audacia de un mozo como yo, curtido en toda clase de aventuras y acostumbrado a los más peligrosos lances de amor y fortuna?

Y habiéndose mudado de la posada de Rufina otro día a otra de la Morería , más recatada, pasaron los que faltaron para la Academia en estudiar y escribir los sujetos que les habían dado y en hacer don Cleofás una oración para preludio della, como es costumbre y obligación de las presidencias de tales actos; y, llegado el día, se aderezaron lo mejor que pudieron, y al anochecer partieron a la palestra, donde les esperaban todos los ingenios con admiraciones de los suyos, y con los mismos antojos de la preñez pasada se fueron sentando en los lugares que les tocaban; y haciendo señal con la campanilla para obligar al silencio, don Cleofás, llamado el Engañado en la Academia, hizo una oración excelentísima en verso de silva, cuyos números ataron los oídos al aplauso y desataron los asombros a sus alabanzas.

Palabra del Dia

lanterna

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