Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 11 de mayo de 2025


Este permanecía grave, solemne, respondiendo con monosílabos y adecuados gruñidos. Digamos que Ramoncito era mucho más bajo que su maestro, no sólo moral, sino también físicamente. Cuando paseaban a pie representaban verdaderamente, el uno al sabio profesor que va dejando caer gota a gota el raudal de su ciencia; el otro al ardoroso neófito ávido de enterarse y penetrar cuanto abarca su vista.

Castro le dirigió una mirada fulminante; pero, o no la vió, o se hizo como que no la veía. Esperancita frunció el entrecejo y contestó secamente que no se acordaba con precisión. Esto bastaría para que cualquiera se diese por advertido. Ramoncito no se dió. Antes quiso prolongar la conversación con frases absurdas o insustanciales.

No es el amor de la música, sin embargo, lo que engendra esta constante preocupación, sino el no tener otra cosa mejor en qué ocuparse. Para Ramoncito Maldonado, para la esposa de Calderón y para otros muchos, los seres humanos se dividen en dos grandes especies: los abonados al teatro Real y los no abonados.

La niña escuchaba siempre con los ojos cerrados. Ramoncito, cada vez más inflamado, al terminar esta brillante enumeración se inclinó hacia su adorada y le preguntó en voz baja y conmovida: ¿Me quieres, preciosa, me quieres? La niña no contestó. ¿Me quieres? ¿me quieres? volvió a preguntar. Esperancita, sin abrir los ojos, respondió al fin secamente: No. #Una que se va.#

El trabajo, la instrucción, el orden, son atentatorios al estado de naturaleza y deben proscribirse de toda sociedad bien organizada". Ramoncito Maldonado, como siempre, se agarró a los faldones de su amigo Pepe Castro. El lector está enterado ya de la profunda admiración que le profesaba.

¿Por qué no? Pues yo quisiera mucho oirle hablar un día.... Y Esperancita tiene más deseos que yo, de seguro. ¡No, no!... Yo no se apresuró a decir la niña. Vamos, chica, no lo disimules. ¿No has de tener ganas de oir hablar a tu novio? Esperanza se puso como una amapola y exclamó precipitadamente: Yo no tengo novio, ni quiero tenerlo. Ramoncito también se puso colorado.

Pepe Castro, cuando vió acercarse a Cobo y Ramoncito, se había retirado discretamente. En el camino tropezó con Clementina, que parecía multiplicarse. Acudía a todos los sitios donde hacía falta, volviendo a cada instante junto a los soberanos, que se habían retirado con la duquesa, el duque y las personas de su servidumbre a una sala donde nadie osó entrar.

La actitud de Ramoncito al pronunciar estas palabras era tan arrogante, su sonrisa tan impertinente, que Cobo, desconcertado por un momento, preguntó con furia: ¿Y por qué se dice azorar y no azarar? ¡Porque !... ¡Porque lo digo yo!... ¡Eso!... respondió el otro sin dejar de sonreír cada vez con mayor ironía y echando una mirada de triunfo a Esperanza.

Se le trataba como a un igual, se contaba con él en todas las francachelas; pero nadie preguntaba por su dinero. Mi general, le habrá a usted gustado ayer la Tosti, ¿eh? dijo Ramoncito Maldonado dirigiéndose a Patiño. En la romanza solamente, repuso el guerrero sensible después de dirigir con destreza una larga bocanada de humo a su boquilla que representaba un obús montado sobre su cureña.

Había entrado poco después que el padre un joven gordo, muy gordo, rubio, con patillitas que le llegaban poco más abajo de la oreja, mucha carne en los ojos y fresco y sonrosado color en las mejillas. La ropa le estallaba. Su voz era levemente ronca y la emitía con fatiga. Al entrar nublóse la descolorida faz de Ramoncito Maldonado.

Palabra del Dia

commiserit

Otros Mirando