Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 8 de octubre de 2025
Tres años hacía que había muerto su esposo el pellejero, pero la fabricación, la recomposición y el despacho de corambres, seguían más florecientes que nunca, si bien, en aquellos últimos meses, había surgido y continuaba una crisis en los asuntos de doña Ramona.
¡Buenos días, don Melchor! ¡Cuánto gusto! exclamó palmoteando la dueña de casa. ¡Cómo está, doña Ramona! ¡Para servirlo!... «entre adentro» que está fuerte el sol... pasen, señores. ¿Y Anastasio? Anda por el campo, señor... y ¡miren que han venido temprano!... pero, ¿a qué hora salieron, don Baldomero? No me fijé, amiga... serían las cinco.
Doña Ramona, hermana del maestro y viuda del pellejero, quería mucho al chico, de quien había cuidado en la niñez, y sostenía que su candor no debía calificarse de simplicidad, sino de exceso de imaginación poética. Una vez cortados los vuelos de esta imaginación, el chico, según doña Ramona, sería apto para todo, se abriría camino y subiría como la espuma.
Doña Leoncia empezó á reír con mucha gana; y el buen Carrascosa, que no estaba dispuesto aquel día á ponerse serio, se serenó y concluyó por reírse también. Mira que esta tarde voy con doña Patronila y la Juliana á merendar á Chamartín. Doña Ramona vendrá también, y si tú vienes, cantarás aquellas seguidillas que sabes. Yo no estoy para seguidillas.
No... está... en... su... cuarto... ¡Voy a hablarlo! Mande ensillar, primero. ¡Qué se van a ir a esta hora y con «esta» calor! ya vuelvo... miren qué trabajo agregó alejándose. ¿Dónde está don Melchor, Ramona? Yo no sé. ...Hum... conque... no... sé... ¿eh? ¡Oh!... Y si no sé... ¿qué quiere que le haga?... Andará por ahí... ¿Por dónde?... ¡diga... le digo! ¿Y no le digo que no sé...? Búsquelo.
Quién sabe, don Melchor... Anastasio es un hombre malo... muy malo... ¿Teme usted que le haga algo? Por mí... no... don Melchor... y aunque me hiciera... aunque me matara... ¿yo qué valgo?... Anastasio se guardará muy bien de pensar en venir aquí a buscarla... y con el tiempo se le pasará todo. ¿Usted cree, don Melchor? Esté segura, Ramona... no le hará nada... no tema.
A la sazón, estaba «poniendo los puntos» a una morena muy agraciada, hija del sereno Maroto, que vendía pescado en la plaza y se llamaba Ramona, la misma a quien tal vez recuerde el lector que Periquito había dicho en la cazuela del teatro: «Ramona, te amo» con gran regocijo de Piscis y Pablo. Cuando llegó la hora de venir a la Nozaleda, se empeñó en llevarla a caballo delante de él.
Mostró Currito al cantar inspiración tan amorosa y miró con ojos tan de carnero a medio morir a doña Ramona, que estaba sentada cerca de él, que doña Ramona no acertó a dominarse por más tiempo; sintió que se derretía y hasta que se evaporaba el hielo de sus desdenes; y, desechando sus propósitos de resistencia y echando a rodar hasta cierto punto su señoril o magistral recato, dijo dirigiéndose a Currito: Vamos, hombre, si al fin ha de ser, no quiero molerte más.
Desde las conchas de la casa del Padre se veían perfectamente los menores detalles de la laguna y del volcán. El día estaba bastante entoldado, y el calor no mortificaba como de ordinario. A los postres se nos presentó la capitana Ramona, viuda de un Gobernadorcillo.
Nada, doña Ramona, hay que resignarse por algún tiempo a ser reina destronada de Matapuerca... La Restauración la restablecerá a usted muy pronto en su trono... ¿Y sabe usted lo que estoy pensando? añadió el general como asaltado de una idea repentina . Que la reina tendrá mucho gusto en oír de usted misma esas noticias. ¿Tendría usted inconveniente en venir a Palacio?...
Palabra del Dia
Otros Mirando