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Actualizado: 26 de junio de 2025


Mateo Orfila, Lector Jubilado, Definidor actual de San Francisco de Asís, Calificador del Santo Oficio. El Reverendo P. Fr. Buenaventura de Zaragoza, Guardián por muchos trienios del Convento de Capuchinos de esta Ciudad, Exprovincial de la Provincia de Aragón y Examinador Sinodal de este Obispado. El P. Raimundo Alcover de la Compañía de JESUS, Lector que fue de Filosofía.

De pronto, se acordó que el joven no había vuelto todavía; si no era a ver a don Raimundo, ¿a dónde habría ido? El temor de que fuera a realizar su amenaza de suicidio, la asaltó, arrancándola del sillón. Desatentada, salió al patio, gritando a Pampa si el niño estaba en su cuarto, a tiempo que la reja se abría y entraba Quilito. ¡Ah! ya vuelves dijo la tía con sofocada voz.

El joven vaciló todavía con la mano en la portezuela; pero Clementina repitió aún con más fuerza, y ruborizándose: No vaya usted. No vaya usted. Raimundo manifestó sonriendo a Lola: Perdone usted, señora. Hoy no puedo ser lacayo sino de Clementina. Otro día tendré el honor de serlo de usted.

Mientras Raimundo estuvo por allá, apenas se habló en la mesa, como si estuvieran todos bajo el peso de alguna grave preocupación: se esperaba su vuelta con mal disimulada impaciencia.

Luego se alejó rápidamente y salió del cementerio sin echar una mirada de curiosidad en torno suyo. Raimundo Alcázar había perdido a su madre hacía ocho o nueve meses. No había conocido a su padre, o, por mejor decir, no tenía recuerdo de él, pues desapareció de este mundo cuando sólo contaba él cuatro años. Llamábase también Raimundo, y era, al morir, catedrático de la Universidad de Sevilla.

En efecto, Raimundo lloraba silenciosamente. Al verse sorprendido sonrió avergonzado. ¡Siempre tan chiquillo! exclamó ella riendo y dándole un cariñoso tironcito . Razón tiene Pepa en decir que pareces una colegiala del Sagrado Corazón. Vamos a pasear, que pueden fijarse en ti. Dieron una vuelta por las calles más solitarias del jardín.

Por la casa de los huérfanos soplaba un viento tormentoso que la había removido por completo. Raimundo, abandonando en absoluto sus estudios y costumbres metódicas, se había lanzado con ardor de neófito a los placeres mundanos. Su hermana, aterrada por este cambio, le hizo suavemente algunas advertencias, sin resultado. El joven se enfadaba como niño mimoso.

¿No te parece le dijo su hermano que debo subir a dar las gracias a esa señora? Era natural. Raimundo, cuando bajó el telón por segunda vez, la dejó por unos instantes sola y subió al palco de la dama. Una sonrisa feliz iluminó el semblante de ésta al ver al joven en la puerta.

Raimundo Berenguer III, conde de Barcelona, adquirió en 1112 el condado de Provenza y otros territorios de la Francia meridional; su hijo primogénito Raimundo Berenguer IV ciñó en sus sienes las coronas de Aragón y Barcelona, y por último su nieto Alfonso II sujetó á su cetro todo el Aragón, Cataluña y la Provenza . Si su padre favoreció mucho á los poetas, él, desde el principio de su reinado, se declaró su protector y Mecenas.

Quilito, así que vió aparecer al portugués, sintió cierto desasosiego, y para ocultarlo, cogió el periódico que tenía cerca y lo colocó delante de su cara, fingiendo estar entregado a la más interesante lectura; de vez en cuando, miraba al descuido a don Raimundo, y le parecía tan feo y repulsivo como aquella vez que tuvo necesidad de sus servicios y se abocó a él, más muerto que vivo.

Palabra del Dia

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