Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 5 de junio de 2025
Mi ilusión era verla morir entre mis brazos como una lucecita que se apaga; ser para ella lo que no fui para mi padre... Pero la venda ha caído de sus ojos; yo no soy más que una pecadora que con mi presencia turbo su vida... Me voy, pues. Ya he dicho a Beppa que mañana arregle los equipajes... Rafael, dueño mío, esta es la última noche... Pasado mañana ya no me verás.
Un palomo blanco revoloteaba a lo lejos en estos cuadros azules. Rafael sintió un desmayo de la voluntad, una invasión de entorpecedora pereza.
Rafael se doblaba sobre los remos, moviendo sus brazos nerviosos como resortes de acero. Llevaba la barca por cerca de la orilla, donde la corriente era menos viva y las ramas rozaban las cabezas de los amantes, mojando la cara de la artista con el rocío depositado en sus hojas.
En fuerza de trabajar como bracero y de rodar por las gañanías errante como un gitano, siempre seguido de su hijo Rafael, que se empleaba en las faenas de zagal, había acabado por ser aperador de un cortijo pobre: asunto, como él decía, de matar el hambre sin tener que doblarse ante el surco, debilitado por una vejez prematura y por los rudos lances de la conquista del pan.
Seré tu mare, y tu jembra, y too lo que haya que ser pa que vivas contento y feliz. ¡Olé! ¡Sigue soltando por ese pico, serrana! dijo Rafael con nuevo entusiasmo. Y te quiero también continuó María de la Luz con cierta gravedad porque soy digna de ti: porque me creo buena y estoy segura de que al ser tu mujer no he de darte la menor pesadumbre. Tú no me conoces aún, Rafaé.
Tuya... pero para siempre. Te quería antes, pero ahora te adoro... Por primera vez lo digo con toda mi alma. Rafael, impulsado por la dicha, tuvo un arranque de generosidad. Necesitaba darlo todo. Sí; mía para siempre. No temas entregarte, hacerme feliz... Me casaré contigo. En medio de su embriaguez vio cómo la artista abría con extrañeza sus ojos, cómo pasaba por su boca una sonrisa triste.
Y seguía arrojando a la cara de Rafael, sombrío por sus malos pensamientos, aquella risa franca y burlona que parecía el parloteo de un pájaro travieso satisfecho de su libertad. ¡Pero qué mala cara tiene usted hoy! ¿Está usted enfermo?... ¿Qué le pasa? Rafael aprovechó el momento. Estaba enfermo, sí; enfermo de amor.
Acudían en tropel a su memoria palabras sueltas que en días anteriores habían llegado hasta ella y la demostraban ahora la certeza de lo que decía su amante... ¡Rafael destinado por su madre a otra mujer!... ¡encadenándose para siempre si ella partía!... Y yo no quiero, ¿sabes Leonora? continuó el amante con tranquila firmeza Yo sólo soy tuyo, sólo te amo a ti.
Casi hacía calor, aunque era el mes de Marzo. Rafael, habituado al viento frío de Madrid y a las lluvias de invierno, aspiraba con placer la tibia brisa que esparcía el perfume de los huertos por las estrechas callejuelas de la ciudad vieja.
Rafael quiso hablar otra vez de su arrepentimiento, de aquel deseo de arrodillarse ante la casa para pedir mudamente perdón a la que dormía arriba, pero Leonora le atajó de nuevo. Cállese usted; habla muy fuerte y podrían oírle. Mi tía duerme al otro lado de la casa, tiene el sueño ligero... Además, no quiero oír nada de remordimiento y perdón.
Palabra del Dia
Otros Mirando