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Actualizado: 5 de junio de 2025
Ande suelta la lengua too lo que quieras; pero si sacas las garras, niño, encárgate otra cara, porque esa te la eshago de un revés. ¡Olé las mozas de arranque! exclamaba el señorito. ¡Así me gusta mi niña! ¡Con riñones y too!... Cuando Rafael presentábase en Marchamalo, el señorito no se privaba de este continuo requebrar a María de la Luz.
En los cañaverales cantaba un ruiseñor débilmente como anonadado por la belleza de la noche. Se deseaba vivir más que nunca; la sangre parecía correr por el cuerpo más aprisa, los sentidos se afinaban y el paisaje imponía silencio con su belleza pálida, como esas intensas voluptuosidades que se paladean con un recogimiento místico. Rafael seguía el camino de siempre, iba hacia la casa azul.
¿Supongo dijo el general que serán veinte mil libras de carbón de piedra? Mi tío dijo Rafael es como los bolsistas, que suben y bajan las rentas a su albedrío. Sir John apostó que subiría a la Giralda a caballo, y ese es el gran objeto que le trae a Sevilla.
Y cuando cansada de este Carnaval brillante le he dicho ¡adiós! para venir a esta soledad como a un convento, ¡había de entregarme a un señorito de pueblo, capaz únicamente de entusiasmar a las lugareñas!... ¡Ja! ¡Ja! ¡Ja!... Y reía con una risa cruel, con carcajadas incisivas y sardónicas que parecían penetrar en las carnes de Rafael, estremeciéndole con su frialdad.
Si no son las mismas palabras dijo Rafael , tal es poco más o menos el espíritu de aquella obra maestra, la cual será clasificada por la opinión... Entre las polillas que están carcomiendo esta sociedad dijo el general . ¡Cuando esté destruida veremos con qué la reemplazan!
El aperador acogía con inocente satisfacción todos los elogios de su amo a la novia. Al fin, era como un hermano suyo, y este parentesco enorgullecía a Rafael. Bandido le decía el señorito con cómica indignación, en presencia de la muchacha.
Paca no juzgó prudente aquella medicación, tanto menos, cuanto que el maestro carpintero departía muy tranquilamente con el señor Rafael, bien ajeno de la necesidad de introducir en su cuerpo una dosis de álcali volátil. Justamente en aquel momento estaba dirigiendo por vigésima vez á su compadre una serie de preguntas que alejaban toda sospecha sobre este punto.
Ella tenía conciencia; no quería cargar su vida con la execración de todo un pueblo. Le suplicaba a Rafael con calma; le rogaba que arrastrase valientemente la desgracia. Debía partir sola; después, más adelante ya vería; buscarían ocasión para verse; tal vez podría ser en Madrid, cuando abiertas las Cortes estuviera allá solo, ella cantaría en el Real gratuitamente si era preciso.
Pareció sacudir con un movimiento de cabeza un tropel de penosos pensamientos, y dijo tendiéndole la mano: ¿Qué resolvemos? ¿Amigos o indiferentes? ¿Promete usted no incurrir en niñerías y ser un camarada formal? Rafael estrechó con avidez aquella mano suave y fuerte, sintiendo en sus dedos como cariñosa mordedura, el contacto de las sortijas. ¡Amigo!... me resignaré ya que no hay otro remedio.
Sólo en Matanzuela y en muy contados cortijos podía penetrar Manolo sin infundir alarma y encontrar resistencia. Rafael miraba al acompañante del buhonero creyendo reconocerle, pero sin determinar en su memoria quién era.
Palabra del Dia
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