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Actualizado: 14 de julio de 2025


Doña Manuela, al ver a su antiguo dependiente, se ruborizó, como si éste pudiese adivinar los pensamientos que la habían agitado poco antes. El señor Cuadros mostrábase gozoso y radiante, como si le alegrase la noticia que en el patio le había dado Nelet. ¿Conque había muerto el caballo? Vamos, ahora se explicaba por qué iban aquella tarde a pie por la Alameda.

Como no habían sido testigos de sus triunfos ni conocieron su radiante belleza, estaban lejos de profesarle el respeto que, apesar de todo, guardaba hacia él la antigua generación. No perdonaban medio de embromarlo, de vejarlo bárbaramente.

Por la tarde, el Padre Alesón visitó a Su Ilustrísima. El obispo se mostró en todo conforme con el dictamen de su hermano en religión. El fraile salió radiante. Cuando él salía, la duquesa entraba. ¿A qué debo el honor de ver a mi señora la duquesa por esta humilde casa? dijo el obispo, con galantería, haciendo un paso de pavana, que le sentaba muy mal.

Llegaba con la cara radiante y las manos llenas de flores de sus estufas; abrazaba á su querido hijo, le contemplaba, le acosaba á preguntas y daba vueltas á su alrededor con inquieta ternura. Pero prontamente veía que Mauricio no había dejado de quererlo y se iba dichoso. Tomaba precauciones, parque sabía que era espiado.

Eugenia estaba encantadora: llevaba un vestido de tul bordado, un velo de raso blanco, una guirnalda de lirios y rosas blancas y un ramo de las mismas flores; estaba verdaderamente hermosa. Su marido, que tiene una arrogante figura, iba radiante de satisfacción.

Lentamente se aproxima; la abraza, la estrecha contra su pecho, y la puerta se abre a impulsos de la brisa, y aparece la selva verde y olorosa a la luz de la luna, la primavera nocturna, radiante y gloriosa, envuelta en su atmósfera de rumores y perfumes.

Quiero ser su providencia y su amparo más allá de la muerte, sin que mi nombre caiga de su corazón, ennegrecido por la sombra de mis culpas.... Para ella quiero ser siempre bueno... ¡siempre! Quedóse el de Luzmela ensimismado; ardía en sus ojos la luz de la esperanza con radiante expresión.

No vemos en ellas el esfuerzo laborioso, ni la ciencia que de antemano se adquirió en el aula, o que se toma de repente y de prestado en un diccionario, o en cualquier otro librote, sino vemos la espontánea y fresca lozanía del propio ingenio, radiante de luz interior, a par que maravillosamente ilustrado por el numen. El Sr.

Pintóse en el rostro del marqués la sorpresa, y casi al mismo tiempo la alegría inmensa, radiante, el júbilo orgulloso, la exaltación de una victoria. Y apretando contra a su mujer, con amorosa protección, exclamó a gritos: O no hay en tres leguas a la redonda una pollina mansa, o aunque la tenga el mismo Dios del cielo y no la quiera prestar, aquí vendrá para ti, a fe de Pedro Moscoso.

Quedamos en que... Mañana, a la hora que te venga mejor. Cochero, vuelva usted. Déjame a la entrada de la calle de Valencia. Donde quieras. Y pasado mañana también dijo tras una pausa y con ansiedad la insensata mujer. Y al otro, y al otro... Pero no muerdas... Miraba ella al porvenir, y su radiante felicidad se nublaba con la idea de que los días venideros desmintieran aquel en que estaba.

Palabra del Dia

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