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Actualizado: 14 de julio de 2025
Pero tuvo el supremo valor de callar sus inquietudes, por no aminorar la alegría de su hijo, no queriendo ver ni una sola arruga en aquella frente radiante. Y para estar más seguro de no ser causa de una complicación á última hora, anunció á Mauricio que partía para el Havre. ¿Pero volverá usted mañana por la mañana? preguntó Mauricio con algún cuidado. Mañana por la tarde.
El rostro de Franz está radiante, pero Juan no tiene más que miradas serias, casi indiferentes. ¿Qué le importan los hombres? Entonces no son para él sino extraños. No saluda a nadie, su mirada no se detiene en nadie; pero busca algo en las filas de la multitud, y un relámpago de alegría y de orgullo ilumina sus facciones.
Tan magníficamente lucía aquella criaturita ataviada de esa suerte, y era tal el esplendor de la propia belleza de Perla, brillando al través de los trajes vistosos que habrían podido apagar una hermosura mucho menos radiante, que puede decirse que en torno suyo se formaba un círculo de fulgente luz en el suelo de la obscura cabaña.
El barón, radiante de alegría, le contemplaba fijamente con ojos socarrones, aprovechándose de su ausencia temporal para escanciarse otra copita, «de nones,» como él decía. Era constante particularidad de aquellas dulces sesiones el que la ginebra trocase el carácter de ambos. El genio irascible, impetuoso del barón se dulcificaba de modo inverosímil.
Bonifacio, al ver unidas por las manos a su mujer y a su querida, volvió a pensar en los milagros del diablo; y en su cerebro estalló lo de tigribus agnis, que tantas veces había leído en los periódicos y en alguna retórica. Indudablemente el tigre era su mujer. La cual estaba radiante. Para aquella clase de emociones y sucesos había nacido ella.
Ni una leve ondulación había turbado la tranquila superficie del lago de aquel día, ni una sombra había venido a oscuraecer los perdurables recuerdos que debía dejar en su memoria. Leoville entró en su casa, casi asustado de tanta dicha, tratando vanamente de adivinar de dónde podría venir la primera nube capaz de empañar el cielo radiante de su felicidad.
Busco un remedio a mis males y no he hecho sino agriarlos: ceso de contar con el socorro de los espiritus; lo pasado no es de su resorte, y el porvenir ... hasta tanto que tambien este sepultado en la noche de los tiempos, me causa muy poca inquietud. iO tierra en donde he nacido! aurora radiante, y vosotras altas montanas ? porque sois tan hermosas? Yo no puedo amaros.
Cierta tarde se acercó al confesonario con la faz más radiante, con un gozo intenso pintado en sus grandes ojos negros y misteriosos. Acababa de lograr un nuevo triunfo sobre el enemigo y ansiaba comunicarlo a su confesor.
Minutos después, al entrar en mi casa, salió a mi encuentro la gentil doncella. Estaba radiante de alegría. Al mirarme, se encendió... y bajó los ojos. Andrés vino a visitarme. Le invité a dar un paseo por las orillas del río, y entonces me declaró que mis tías estaban en la miseria. Para sostenerme en el colegio, sin que nada me faltara, habían hecho toda clase de sacrificios.
«¡Qué feo es!... ¿verdad, D. Plácido? dijo la madre, radiante de gozo . ¿Qué, no le da un beso?... ¿Cree que le va a pegar algo? Descuide, que lo bonito no se pega... ¿Sabe una cosa don Plácido? Me parece que le va usted a querer... y él a usted también. ¿A que sí?». El hablador murmuraba algo que no se oía bien. Estuvo un momento como indeciso entre el furor y la suavidad.
Palabra del Dia
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