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Actualizado: 16 de mayo de 2025


Y las medias quedaron lavadas, y se trajo el azúcar y se limpió el espejo; pero, entonces, faltaron fósforos y hubo que poner un remiendo. En el patio de la cocina, el último de la casa, tan frío que la humedad trazaba verdosos arabescos en la pared sin cal, trabajaba la chica febrilmente.

Cuando el padre y el Comendador se quedaron solos de nuevo, cerró éste la puerta é interrogó al padre en voz baja sobre lo que había oído á Doña Blanca, sobre lo que había hablado con Clarita; pero nada sacó en limpio. El P. Jacinto parecía otro del que antes era.

A semejanza de los primeros granizos de un turbión de pedrisco, desprendiéronse algunos, perceptibles, rojizos; al punto se deshizo toda la nube, cayendo vertical y ruidosa aquella granizada de insectos. Los campos quedaron cubiertos de saltamontes enormes, gordos como el dedo, en una extensión inmensa. Entonces diose principio a la matanza. Horrendo murmullo de aplastamiento de paja molida.

Pero advirtió entonces en Adriana la palidez y un ligero temblor de los labios. Y comprendiendo que algo grave ocurría, tomó a Charito aparte. Ella se sentó al lado de Muñoz, quien se había incorporado y la miraba con expresión de curiosidad. Ambos quedaron por un rato en silencio. He recibido su carta y he venido. Gracias, Adriana. Yo debo agradecerle este acto de bondad. Ambos callaron.

Y cuando se hubieron saciado las soltaron y se alejaron riendo, mientras ellas, sacudidas por una violenta cólera, agarraban del río enormes pedruscos y se los lanzaban con una fuerza que sólo la indignación y la vergüenza pueden prestar. Desaparecieron al cabo de su vista por detrás del espeso matorral de mimbreras y avellanos. Quedaron las zagalas un momento inmóviles.

Quería obsequiarle, hacerle partícipe de su opulencia, y casi a la fuerza le llevó al ventorrillo, detrás del fielato. Tomaría una taza de , una copa, lo que fuese de su gusto: hora era que admitiese algo de él. Los dos quedaron junto a la puerta de la tabernilla, esperando que les sirviesen, sin querer penetrar en su ambiente pesado y nauseabundo.

Muy pronto no quedaron más que tres arqueros por banda y los barcos enemigos se acercaron rápidamente, con las cubiertas llenas de una turba horrible que lanzaba gritos de triunfo y blandía sables, hachas, puñales y picas. Acuden como peces al cebo, exclamó el barón. ¡Á ellos, soldados, á ellos! El estandarte aquí, á mi lado, y los escuderos á defenderlo.

Pero el genovés temerario, resuelto de morir antes que rendir las armas, menospreció los ruegos y cortesía de Montaner, con que provocó la ira á los vencedores, que cerrando con él, le hicieron pedazos, con que los catalanes quedaron señores del campo, y de la victoria.

26 y de allí navegaron a Antioquía, donde habían sido encomendados a la gracia de Dios para la obra que habían acabado. 27 Y habiendo llegado, y reunida la Iglesia, relataron cuán grandes cosas había hecho Dios con ellos, y cómo había abierto a los gentiles la puerta de la fe. 28 Y se quedaron allí mucho tiempo con los discípulos.

La afición á la poesía se extendió mucho en este período por todas las clases de la sociedad. La manía de componer versos se hizo epidémica: príncipes y condes, guerreros y hombres de Estado, abogados y médicos, sacerdotes y frailes, se dedicaron á esta tarea, y hasta los jornaleros y campesinos no se quedaron atrás.

Palabra del Dia

atormentada

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