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Actualizado: 7 de octubre de 2025


El marqués debía partir dentro de tres o cuatro días, el sábado 6 de mayo, día fijado para la salida del vapor a cuyo bordo tenía ya su pasaje, prometiendo a la vizcondesa en su visita de despedida que desde Nueva York le pondría un telegrama anunciándole su llegada, y como se pusiese de pie para dejarla, la amable señora le presentó sus frescas mejillas cubiertas de rubor, diciéndole simplemente: Bese a su hermana.

La enfermedad fue tan violenta, que le encontré casi en las últimas, pero le hallé tan tranquilo y tan benévolo como siempre. Me dio gracias por mi visita, y me dijo que era una felicidad para él ver una cara amiga antes de morir. Me pidió pluma y papel, escribió casi moribundo algunos renglones, y me pidió que pusiese el sobrescrito a su mujer, y que se los enviase juntamente con su fe de muerto.

Pues no se ha contentado con esto... Era necesario que me la pusiese delante de los ojos... Hace un rato pasó por aquí con ella en coche. Y para que yo no dudase que era él, el malvado, al cruzar por delante de la puerta, sacó la cabeza. ¿Pero iban solos? ¡No!

»Una de las cláusulas del codicilo de Carlos V era que se le enterrara debajo del altar mayor del Monasterio, quedando fuera del ara la mitad del cuerpo, del pecho á la cabeza, en el sitio que pisaba el Sacerdote al decir la misa, de manera que pusiese los pies sobre él.

Llegóse el día de la partida de don Antonio, y el de don Quijote y Sancho, que fue de allí a otros dos; que la caída no le concedió que más presto se pusiese en camino. Hubo lágrimas, hubo suspiros, desmayos y sollozos al despedirse don Gregorio de Ana Félix.

Don Ramón, que traía en cartera el pagaré para que Juana lo refrendase y pusiese en él su visto bueno, en vez de dar o prometer, recibió, por lo pronto, las veinticinco onzas peluconas, o sean los ocho mil reales. Pero don Ramón se sintió estimulado a competir y hasta a vencer su generosidad a los otros.

La síntesis de su discurso era que él no sentía respeto alguno hacia el estado eclesiástico, y que padecían una equivocación lamentable los que se atrevieran a suponer que él, Pepe Raya, dejaría de dar al cura, en cuanto pusiese el pie fuera de la iglesia, una de babor y otra de estribor, y acaso también una buena patada en la popa que se la metiera bajo el agua.

Tenía fama de tan diestro, que se le creía capaz de matar de un pistoletazo un mosquito que pasase volando a cincuenta varas de distancia, y de atravesar de una estocada al propio diablo que se pusiese a reñir con él. Añádase a esto que el Conde era celoso como un turco, y no porque amase mucho a la Condesa, sino por otros motivos.

Según el conocimiento que me asiste de la situación de esta provincia, unión, relación y dependencia que tienen unos pueblos con otros, y otras circunstancias que son bien notorias, y que sería prolijo el referirlas, me parece que lo más conveniente sería el que permaneciesen unidos todos los treinta pueblos, a lo menos los veinte y seis, excluyendo o separando los cuatro más inmediatos al Paraguay, que son Santiago, Santa Rosa, Nuestra Señora de Fe y San Ignacio Guazú, que tienen poca o ninguna relación con los demás, y están en mejor situación para agregarse a aquella provincia; y que fuesen gobernados por un gobernador intendente que tuviese a su cargo todos los ramos, en la misma forma que los demás nuevamente creados, y con facultad de nombrar subdelegados en los partidos que lo necesitasen; que, según mi conocimiento, convendría se pusiese uno en los seis pueblos que comprende el departamento de San Miguel, y otro en los cuatro del Yapeyú; y si los pueblos del departamento de Santiago hubiesen de quedar sujetos a esta provincia y gobernación, convendría poner allí otro; y los pueblos restantes pudieran quedar todos sujetos al inmediato mando del gobernador, pues están cerca de Candelaria, que debería ser la capital.

Ni había cosa que a Lucía pusiese en mayor enojo que hallarlos conversando, cuando volvía, de la caza de ayer, del jabalí en preparación, de las fiestas de cacería en los castillos señoriales de Europa, de la pobre Ana, de los tamales de Petrona Revolorio.

Palabra del Dia

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