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Actualizado: 9 de junio de 2025
Y con la mano derecha abierta y puesta sobre el pecho como una condecoración, los ojos en blanco, protestó el anciano de su honesta conducta. «Lo creo, hombre, lo creo. Yo la acompañé, yo la asistí, mientras se curaba; yo la he servido... ¡Qué días, qué noches!
El Magistral protestó en vano: «Aquella sociedad la había fundado un ateo, era enemiga de la Iglesia...». No hay tal gritó desde la puerta Visita ; si así fuera, no figuraríamos nosotras como damas agregadas. Yo lo soy advirtió la de Páez por empeño de esta que convenció a papá.
No, no crea usted en ninguna brutalidad de su parte... Al contrario; protestó de su cariño, de su abnegación... Quiere conservar mis cartas por ternura, y acaso porque sabe vivir... Ayer todavía se atrevió a pedirme que continuásemos esa correspondencia. ¿Está usted segura dije vacilando, de que no piensa en el matrimonio?
Adolfo protestó ingenuamente; él no volvería a casarse... Se encuentra usted demasiado bien así dijo Vázquez con unas hermanas como las que usted tiene... ¡Feliz de usted!... Pero esta felicidad no puede durarle toda la vida... Ellas se casarán alguna vez... ¡Oh no!... interrumpió Coca. ¿Y por qué no se casa usted? preguntó Adolfo a su amigo.
El travieso atlot quedó frente a su pareja, moza arrogante y fea, de rudas manos, pelo aceitoso y cara negra, que le llevaba de estatura casi toda la cabeza. El muchacho protestó, encarándose con los músicos. Nada de llarga; quería bailar la curta. La «larga» y la «corta» eran los dos únicos bailes de la isla.
No pudo conseguir semejantes esperanzas de otro, que exhortado del P. Tolú á que ajustase las cuentas de su conciencia con Dios por medio de los ejercicios espirituales, luciese confesión general antes de emprender un largo viaje le protestó con varios colores aparentes, que no podía; mas apenas había caminado pocas leguas, cuando sorprendido de una furiosa enfermedad, en pocos días se puso en camino para la otra vida, con poco ó ningún aparejo.
Oir estas palabras la tía Jeroma y lanzarse sobre su hijo y propinarle un soberbio bofetón todo fué uno. El inocente mozo puso el grito en el cielo y protestó de tamaña injusticia con tan fieras voces que parecía llegado el día del juicio final.
La linda hebrea protestó: Vamos, no se haga usted el pequeño, que ya sabemos que lo hace usted muy bien. Paciencia y un poco de costumbre repitió Pablito bañándose en agua de rosas. Después le explicó con toda latitud lo que en su concepto constituía un buen cochero.
Yo no: cualquier indiscreción en estas circunstancias, me perdería, me pondría en ridículo: ya me voy haciendo vieja. Miguel protestó; no pasaba por la vejez: se atrevió a decir, aunque mirando al paisaje por la ventanilla, que no había en Madrid niña que pudiera competir con ella en hermosura y elegancia.
26 Por tanto, yo os protesto el día de hoy, que yo soy limpio de la sangre de todos; 27 porque no he rehuido de anunciaros todo el consejo de Dios. 28 Por tanto mirad por vosotros y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la Iglesia de Dios, la cual ganó por su sangre.
Palabra del Dia
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