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Actualizado: 9 de junio de 2025
Es que ha ocurrido una desgracia, y quiere ocultármelo, por caridad». Prorrumpió en acerbo llanto la infeliz dama, y el clérigo permanecía perplejo y mudo. «Señora, por piedad, no se aflija usted... Será, o no será lo que usted supone. ¡Nina, Nina de mi alma! ¿Es persona de su familia, de su intimidad? Explíqueme... Si el Sr.
Alberto comprendió la indicación y dirigiéndose solamente a su adversario repitió la pregunta. ¡Pues no he de querer continuar! prorrumpió Felipe. Amaury me ha ultrajado y, a menos que no me dé amplias explicaciones, no cejaré en mi empeño. Pues bien, yo me lavo las manos contestó Alberto; he pretendido evitar el derramamiento de sangre; mas ante tal obstinación hay que bajar la cabeza.
Entonces el muchacho se volvió y prorrumpió en un grito de entusiasmo: ¡Hullin! ¡El doctor Lorquin! ¡Materne! ¡Todos, todos, aquí están todos! Y comenzaron de nuevo los abrazos; pero ahora más alegres, con risotadas y apretones de manos que no acababan nunca. ¡Ah, doctor, es usted! ¡Ah, querido papá Juan Claudio!
Melchor lo rompió temblorosamente y abriendo enormes sus grandes ojos azules, mientras lo espiaban anhelosos Lorenzo y Ricardo, prorrumpió con la voz ahogada por la emoción: De Clota... ya vengo... voy a contestarle. ¿El recibo?... señor... le reclamó el mensajero. ¡Ah... es cierto! ¿Tienes lápiz, Lorenzo? No. Yo tengo dijo Ricardo.
¡Admirable!..., ¡admirable! prorrumpió Ricardo, y en el colmo del entusiasmo tomó el ramo, le dio una porción de vueltas y poniéndolo después en el cestillo cogió una mano de la niña y se la llevó a los labios. Marta se puso tan encarnada como el geranio que llevaba en el pelo y la retiró velozmente.
Con la última palabra, el ministro exhaló también su último aliento. La multitud, silenciosa hasta entonces, prorrumpió en un murmullo extraño y profundo de temor y de sorpresa que no pudieron hallar otra expresión, sino en ese murmullo que resonó tan gravemente después que aquella alma hubo partido.
En resumen, reclamo el derecho de creer en la ceguera de nuestros compatriotas en general y de los jueces en particular y siento, en principio, la posibilidad del error judicial!... La concurrencia prorrumpió en voces tumultuosas, se elevó un concierto de imprecaciones y algunas de aquellas señoras empezaron á golpear los vasos con la hoja de los cuchillos.
Ella había gustado siempre de la sociedad de los hombres... Luego interrumpió el curso de la conversación para preguntar a Ojeda cuánto tiempo había vivido en los Estados Unidos; y al enterarse de que nunca había estado allá, prorrumpió en una exclamación de asombro: «¡Ahó!». Se echaba atrás, como si la acabase de ofender una falta imperdonable de respeto.
Oiga yo antes, Gabriela, esas noticias alegres que tienen a usted tan contenta. ¡Ah! prorrumpió la hermosa señorita, iluminada por los reflejos multicolores de las luces de Bengala. ¡Tan contenta!.... ¡Quiero que usted participe de mi dicha! Presentí lo que Gabriela iba a decir. Un ser invisible lo murmuró a mis oídos.
Siempre lo mismo. ¡Pero qué rebuenísima sombra tienes, hijo!... Ven a verme alguna vez: ya sabes que te quiero... siempre con buen fin; como hermanitos. ¡Y eso que el bruto de mi marido te tenía celos!... ¿Vendrás? Lo pensaré. No quiero tener una cuestión con el tratante en cerdos. La joven prorrumpió en una carcajada. Es todo un caballero, ¿sabes, Fermín?
Palabra del Dia
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