Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 23 de junio de 2025


Muchos, al abandonar su vivienda habían tenido que arrancarse de los brazos de sus mujeres, que lloraban presintiendo el peligro, pero al verse entre los compañeros, erguíanse arrogantes, mirando a Jerez con ojos bravucones, como si fueran a comérsela. ¡Vamos! exclamaban. ¡Que da ánimo ver tantos probes juntos, dispuestos a hacer una hombrada!... Eran más de cuatro mil.

Era la inquietud del peligro que había quedado fija en él para siempre; el hábito de la intranquilidad contraído en los obscuros calabozos, cuando esperaba a todas horas ver abrirse la puerta para ser apaleado como un perro o conducido al cuadro de ejecución ante la doble fila de fusiles; y a más de esto, la costumbre de vivir vigilado en todos los países, presintiendo el espionaje de la policía en torno de él, sorprendido en medio de la noche en cuartos de posada por la orden de salir inmediatamente; la zozobra del antiguo Asheverus, que apenas gustaba un instante del descanso, oía el eterno «Anda, anda».

Don Modesto se sentó en un rincón, y bajó la cabeza, a manera de ave, que, presintiendo la tempestad, se posa en la rama de un árbol y oculta la cabeza debajo de un ala. Ante todo es de saber que las buenas cualidades y los defectos de Rosita habían ido en aumento con los años. Su aseo había llegado a convertirse en angustiosa pulcritud.

Un recibo de tres mil y doscientos doblones, por los tres mil. En buen hora. Pero... dijo el señor Melchor, que temblaba presintiendo las iras de su cónyuge. ¿Qué tenéis vos que ver en esto? dijo don Juan ; asunto concluído: extendamos los recibos. El señor Melchor se calló. El señor Longinos puso sobre el mostrador papel y tintero, y los respectivos recibos se extendieron dictándolos el platero.

Los elementos turbulentos cada vez tomaban más fuerza, al par que la adquiría la evangélica persistencia de los misioneros, en tanto que el corto número de soldados mantenían en los cañones de sus mosquetes el desbordamiento que ha tiempo se venía presintiendo.

Supónese que no contento el altivo hagib de Hixem II, ó mas bien su tirano, con haber hecho lo que dejamos referido, fué él tambien el que reformó la capilla de la tribuna desde donde se pregonaba la alicama, bajo la cual estaba el tesoro . Quiso sin duda rivalizar en magnificencia con Al-hakem y dejar al amparo del edificio religioso algun recuerdo duradero de la galana imaginacion de sus amines , presintiendo quizá la triste suerte que amagaba á su predilecta fundacion de Azzahira, muestra suntuosa de la cultura de su tiempo ilustrada con lágrimas de sus ojos . Tal vez existian ya á manera de ventanas en los dos costados de norte y mediodia de la referida tribuna, los dos atrevidos arcos dobles de diez y siete piés de vano que hoy tiene, iguales en sus columnas y en su medida á los de la gran línea de pilares de Al-hakem que corre de oriente á ocaso; pero si realmente estaban ya construidos, si no era la decoracion esterior de esta capilla análoga á la de la central frontera al Mihrab, indudablemente su intrados era liso y los adornos de su archivolta, si los tenia, eran de un gusto que pasaba ya por anticuado.

Hasta había efectuado un registro minucioso en el cuarto de la niña, presintiendo cartitas escondidas, algo que revelase la certeza del noviazgo. Nada había encontrado; pero le daba el corazón que algo existía. Tal vez lo guardaba oculto la aña Nicanora, complaciente siempre con la señorita.

Este dejó de ocuparse definitivamente de la bandeja del desayuno, presintiendo la aproximación de algo muy importante. has jurado que harás por todo lo que yo te pida... no querrás perderme para siempre. Ulises protestó. ¿Perderla?... No podía vivir sin ella. Yo conozco tu existencia anterior: me la has contado... Tu nada sabes de , y debes conocerme, ya que soy tuya.

Le bastaba con leer el comunicado oficial, y este documento sabía esperarlo sin impaciencia, presintiendo que, poco más ó menos, diría lo mismo que el anterior. La fiebre de los primeros meses, con sus ilusiones y optimismos, le parecía ahora algo quimérico. Los que no estaban en la guerra habían vuelto poco á poco á las ocupaciones habituales.

Vigiló mucho el labrador, presintiendo una emboscada; pero de nada le sirvió su cautela, pues una tarde en que regresaba solo á su casa, cuando aún no había terminado la roturación de sus nuevos campos, le largaron dos escopetazos, sin que viese al agresor, y salió milagrosamente ileso del puñado de postas que pasó junto á sus orejas. En los caminos no se veía á nadie. Ni una huella reciente.

Palabra del Dia

rigoleto

Otros Mirando