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Actualizado: 23 de junio de 2025
Halláronlo sus amigos oprimiendo con sus labios un crucifijo, y escuchando devotamente el oficio de difuntos, recitado por un clérigo; presintiendo que se acercaba su última hora, se arrodillaron todos gimiendo y llorando alrededor de su lecho, hasta que un Jesús María, apenas perceptible, les anunció que había terminado su última lucha.
¡Ah! ¡aquel sayal sobre el dueño del mundo...! El sol se ocultó detrás de los cerros, y la ciudad tomó una coloración mustia y violácea, cual si fuera contemplada al través de transparente amatista. Algunas vidrieras que habían flameado un instante se apagaron. Ramiro dejose penetrar por el sagrado recogimiento, presintiendo un signo, una voz de lo alto.
¿Lo ve usted? ¿Lo ve usted?... decía . Y viene por el mes de agosto... hasta la Virgen de Regla... Y el día 3 se va a confesar... ¡No, no, imposible que se muera! ¡Hijo de mi alma!... Acudieron los tres chicos y las dos criadas, demudados todos, presintiendo, al oír los gritos de su madre, después de la entrada del cura, alguna espantosa catástrofe.
Olvidando la presencia del testigo severo, abrazó á Ulises ardorosamente. Después rompió á llorar con un estertor nervioso. Le pareció á él que nunca había sido tan sincera como en este momento, y tuvo que esforzarse para salir del anillo de sus brazos. «¡Adiós!... ¡adiós!...» Luego marchó detrás del conde, sin atreverse á volver la cabeza, presintiendo que ella le seguía con los ojos.
Lástima grande, sin embargo, que tal esfuerzo de ánimo no obtenga mejor recompensa, que aquel ser se vea detenido en ese primer fervor del arte por la fatalidad de su naturaleza. Al contemplarlo, se apodera de nosotros nuevo ensueño, presintiendo que ese mundo acuático no se basta á sí mismo.
En sus notas de viaje se observa ligeramente que en Chalón-sur-Saona tuvo el disgusto de encontrarse con una mascarada grotesca, en la cual todos los objetos de su devoción, esto es, la piedad, la religión, la monarquía y el pudor, estaban groseramente ridiculizados; su alma se contrajo dolorosamente bajo este que le pareció funesto augurio, presintiendo alguna catástrofe; al pasar por Auxerre, una voz salida del fondo de un coche público, gritaba con voz de trueno: «El duque de Berry ha sido asesinado». Aquella buena madre llegó a París tristemente emocionada, pero sin ver cumplidos los fatales augurios.
Los dos primos se contemplaron con una curiosidad no exenta de recelo. Les ligaba un parentesco íntimo, pero se conocían muy poco, presintiendo mutuamente una completa divergencia de opiniones y gustos. Al examinar Argensola á este sabio, le encontró cierto aspecto de oficial vestido de paisano.
Ahora, con los preparativos electorales, no había tiros; pero la gente se metía en sus casas más pronto que nunca, presintiendo que iba á surgir una revolución.
Palabra del Dia
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