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Actualizado: 23 de julio de 2025
El joven no quiso huir: se quedó junto al féretro, presintiendo que allí sería mayor su seguridad. Además, era el único pariente del muerto que iba en el cortejo, y no debía abandonarle. Los portadores del ataúd, al recibir los primeros golpes, lo dejaron caer al suelo, huyendo veloces. El paño rojo desapareció en la fuga.
Don Antolín le oía con asombro, fija en él su mirada fría. Los otros escuchaban presintiendo confusamente lo extraordinario de tales ideas emitidas en el claustro de una catedral. Don Martín, el cura de las monjas, a espaldas de su avariento protector, mostraba en sus ojos la avidez simpática con que acogía las palabras de Luna.
La respuesta que aquélla trajo fue que la señorita aún no se había levantado, por hallarse un poco constipada, que en cuanto se levantase le avisaría para ponerse en camino. Sin saber por qué, aquella novedad produjo en el P. Gil un gran desconsuelo; sintió profundo disgusto, presintiendo una catástrofe.
A lo mejor, al presentarse en su casa, uno de aquellos criados que parecían grandes señores venidos a menos le cerraba el paso fríamente: «La señora no está. La señora ha salido.» Y él adivinaba que era mentira, presintiendo a doña Sol a corta distancia de él, al otro lado de puertas y cortinajes.
Por esto le había tratado con benevolencia extraordinaria, presintiendo que un choque entre los dos no tendría arreglo. Sus únicas desavenencias fueron á causa de los gastos establecidos por Madariaga en tiempos anteriores. Desde que el yerno dirigía las estancias, los trabajos costaban menos y la gente mostraba mayor actividad.
Una prueba, capitán... aunque no fuesen más que esos horribles aullidos... ¿cree usted que un hombre ordinario puede gritar de esa manera?... ¿quién quiere que sea más que el condenado? Se trataba del desgraciado buey, que, presintiendo su fin, mugía lamentablemente. La verdad es, Santiago repuso el capitán estremeciéndose , que ni usted ni yo pediríamos socorro de esa manera.
Y Caragòl, presintiendo en esto un elogio, contestaba gravemente: «Así es, mi capitán.» Tòni y los otros oficiales masticaban con la cabeza baja, interrumpiéndose únicamente para lamentar que el viejo se hubiese quedado corto al medir la ambrosía. El aceite era para él tan precioso como el arroz.
Leonora calló un momento, como esperando el efecto de sus últimas palabras, intimidada un poco al hablar a Rafael de su familia, mezclándola en sus lamentaciones. El joven temblaba, presintiendo algo terrible. Doña Bernarda no era capaz de permanecer inactiva y resignada ante la rebeldía de su hijo. Sí; mi madre dijo sordamente. Adivino que algo habrá hecho contra nosotros. Habla, no temas.
Beatriz aspiró aquella flotante sublimidad, presintiendo algo misterioso y cercano que iba a conmover su existencia. El villanaje circulaba con pena por las calles, y la niña miraba con asco a los labriegos, que dejaban al pasar un tufo de requesón, y hacían crujir sobre las losas el dominguero calzado.
El toro llega y, como presintiendo la inminencia del peligro, rehusa en el primer momento el ataque formal. Acaso adivina luego que si no muere heróicamente ó si no mata, le aguarda la pena infamante del cachete.
Palabra del Dia
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