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Actualizado: 24 de junio de 2025


El Nacional, queriendo dar señales de existencia, tranquilizado ya por el aspecto cortés de esta visita, apareció con una botella de vino de la tierra y vasos. A ti también te conosco dijo el bandido, tratándole con igual llaneza que al picador . Te he visto clavar banderiyas. Cuando quieres lo hases bien; pero hay que arrimarse más... Potaje y el maestro rieron de este consejo.

Pero cada vez era más grande su aborrecimiento y desprecio por el sistema alimenticio del país que le vió nacer. Después del potaje vinieron los puches de harina de maíz. Celso volvió á sonreir y á resoplar. ¡Rediós, farrapas! Y escupiendo por el colmillo al uso gitano les propuso que ya que tenían la desgracia de alimentarse con «tal basura» le echasen siquiera un poquito de azúcar y de canela.

De ocho a diez estaba el café completamente lleno, y los alientos, el vapor y el humo hacían un potaje atmosférico que indigestaba los pulmones. A las nueve, cuando aparecían La Correspondencia y los demás periódicos de la noche, aumentaba el bullicio.

A la mañana siguiente, cuando llegó Marisalada, al entrar en el patio, se dio de frente con Momo, que sentado sobre una piedra de molino, almorzaba pan y sardinas. ¿Ya estás ahí, Gaviota? este fue el suave recibimiento que le hizo Momo ; ¡sobre que un día te hemos de hallar en la olla del potaje! ¿No tienes nada que hacer en tu casa?

¿Ties mieo a los siviles? preguntó Potaje . No vendrán; y si vienen, yo estoy contigo. Plumitas hizo un gesto despectivo. ¡Los civiles! Eran hombres como los demás; los había valientes, pero todos ellos padres de familia, que procuraban no verle y llegaban tarde al saber que estaba en un sitio. Unicamente iban contra él cuando la casualidad los ponía frente a frente, sin medio de evadirse.

Era sabido el final de todos los picadores, después de una vida de horribles costaladas: el que no moría repentinamente de un accidente desconocido y fulminante, acababa sus días loco. Así moriría el pobrecito Potaje; y tantas fatigas a cambio de un puñado de duros, mientras que otros...

Las medicinas para los enfermos y heridos estaban asimismo estragadas y corrompidas, así por el calor que allí hacía, como por ser viejas y haber venido por mar, y aquéllas que se habían de hacer de nuevo el agua salada las estragaba, y la tela y el lienzo con que se curaban los heridos se lavaba con esta agua, y por esta causa se morían, por poca herida que tuviesen, que no escapaba de ciento, uno, y habiendo de hacer pan fresco de la harina que tenían, era necesario hacerlo con la misma agua salada, y asimismo para guisar cualquiera cosa, así en potaje como de otra manera, y por esto lo pasaban muy mal, aunque tenían provisión de legumbres y arroz.

Que le dejasen a él los otros picadores entendérselas con los de las caballerizas. Nadie conocía mejor la manera de hacer marchar a estas gentes. Avanzaba un criado hacia él tirando de un jaco cabizbajo, con el pelo largo y el costillar en doloroso relieve. ¿Qué traes ahí? decía Potaje encarándose con el contratista . Eso no e de resibo. Eso e una alimaña que no hay quien la monte. ¡Pa tu mare!...

Se hablaban de usté, lo mismo que usté y yo; ca uno pasó la noche por su lao; ni una mala mirada, ni una palabra fea. Desensia a toas horas... Y si usté quisiera que viniese Potaje, él le diría... Pero Carmen le interrumpió con una voz quejumbrosa cortada por suspiros.

Y Plumitas bajó los ojos, quedando un buen rato como absorto en la interna contemplación de su desgracia, viéndose sin lugar en la época presente. De pronto requirió la carabina, intentando ponerse de pie. Me voy... Muchas grasias, señó Juan, por sus atensiones. Salú, señora marquesa. Pero ¿aónde vas? dijo Potaje tirando de él . ¡Siéntate, malaje! En ningún sitio estarás mejor que aquí.

Palabra del Dia

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