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Actualizado: 27 de junio de 2025


Y la tía Zarandaja cerró, y fuese luego a su marmita con una escudilla de cobre, ancha y honda, que llenó de gazofia, yendo a ponerla, con un buen pan blanco, a lo que añadió un mediano jarro lleno de vino, delante del señor Viváis-mil-años.

La fundadora, con aquella actividad vivaracha que en todo ponía, dictó a Severiana algunas disposiciones para la ceremonia que se preparaba. «Aquí pondrás la mesilla que está en la otra sala, y se hará el altar. Yo te mandaré un crucifijo, y buscaremos flores... La ropa de la cama hay que ponerla limpia, y adornar todo el cuarto lo mejor que se pueda...».

Como que tuvimos que cargarla entre dos para ponerla en el coche...

No podemos dejarla así... deseamos ponerla sobre la cama... ¿Quiere usted? Pero él no contestó, ni pareció siquiera haber oído, y al ponerle la Baronesa una mano en el hombro, tembló como sacudido por una corriente magnética: su mirada extraviada, perdida, desconsolada expresaba una angustia tan pavorosa, que la locuaz señora se encontró por un momento con que le faltaban las palabras.

Lo que él contaba dista mucho de parecer verdadero; antes bien, lo consideramos como fábula impía y absurda, pero nos parece tan curiosa que no podemos resistir a la tentación de ponerla aquí, en breves palabras, remitiendo a los lectores que quieran saber más sobre ello a un libro escrito no hace mucho tiempo y cuyo título es Dios y su tocayo.

-Eso me parece, Sancho -dijo don Quijote-, a lo que sucedió a un famoso poeta destos tiempos, el cual, habiendo hecho una maliciosa sátira contra todas las damas cortesanas, no puso ni nombró en ella a una dama que se podía dudar si lo era o no; la cual, viendo que no estaba en la lista de las demás, se quejó al poeta, diciéndole que qué había visto en ella para no ponerla en el número de las otras, y que alargase la sátira, y la pusiese en el ensanche; si no, que mirase para lo que había nacido.

Cuando de nuevo se unieron a los excursionistas, Elena, arrastrada por su humor alegre y travieso, hizo a Núñez la confianza de decirle la verdad. El pintor se desternillaba de risa y no dejó de hacer comentarios muy sabrosos, consiguiendo con ello ponerla de buen humor. En realidad, Barragán había logrado interesarle mucho desde que le viera.

El bufón le hizo repetir esta operación tres veces consecutivas. Una gran cantidad de los polvos había sido introducida en la pera. Ahora podéis ponerla ese lazo dijo el tío Manolillo. Montiño puso en la pera el lazo rojo y negro. Tomó la pera el bufón, y colocándola sobre una hoja de parra contrahecha, para aislarla, la puso sobre las otras confituras.

Inmediatamente sale á la palestra Matías, famoso tirador del valle de Langreo, deja caer la montera, toma la barra, afianza los pies, se revuelve con pausa y maestría y lanza el hierro al alto. Se clavó una cuarta más allá que la del mozo de los Barreros. ¡Hurra! gritó la muchedumbre. Pachón no se da por vencido. Toma de nuevo la barra y consigue ponerla dos pulgadas más allá que Matías.

16 También tengo otras ovejas que no son de este corral, aquellas también me conviene traer, y oirán mi voz; y se hará un corral, y habrá un pastor. 17 Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi alma, para volverla a tomar. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre.

Palabra del Dia

vorsado

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