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Actualizado: 5 de julio de 2025


No tenía él ni idea remota de que existieran aquellas manos de mentira, dentro de las cuales estaban las manos verdaderas. «¡Pobrecito! exclamó con vivo dolor Jacinta, observando que el mísero traje del Pituso era todo agujeros.

Yo, que almorzaba durante este gracioso diálogo, no pude menos de manifestarme conforme en todo y por todo con las indicaciones de Amaranta; y doña Flora sirviéndome con singular finura y amabilidad, habló así: Jesús, amiga, qué malas cosas enseña usted a este pobrecito niño, que tiene la suerte de no saber todavía más que la táctica de cuatro en fondo. ¿A qué viene el levantarle los cascos con...? Gabriel, no hagas caso.

Déjame, olvídame; es lo mejor que puedes hacer... No; no has cambiado, pobrecito mío. ¿Qué mal puedes haberme causado , tan bueno, tan generoso? Me has ayudado á conocer la terrible verdad; por ti la he sabido; y aunque esto me mata, lo creo preferible á la incertidumbre... no tienes la culpa, has hecho todo lo que yo te pedí.

Sin saber cómo, dejose ir la dama al impulso de una espontaneidad violenta que en su espíritu bullía, y contó a su amigo el incidente de la bata, sorprendida por el esposo en un momento en que se alzó la venda... «¡Pobrecito!, no le gusta ver en cosas que le parecen de un lujo excesivo... y quizás tenga razón...». De aquí pasó la Pipaón a consideraciones generales.

Esta mañana he visto a mi hijo desde las rendijas que hay en la cerca del patio del colegio. ¡Pobrecito! Estaba allí en medio de sus compañeros y a pesar de esto lo he distinguido en seguida. El también me ha visto y ha venido a decirme que estaba muy contento con sus nuevos maestros y condiscípulos. He visitado al abate Montuzer, antiguo prior del capítulo de canonesas de Salles.

Un instante después, mientras el carruaje corría camino de Madrid, no pudo contener la risa pensando: «Pobrecito niño... ¡jurar en falso! ¡Válgame María Santísima!... aunque no es mío, no quisiera que le sucediese cosa mala. ¡Angelito de su madre

Es que el pobrecito tenía talento, se encontraba siempre en último lugar debiendo estar en el primero... ¡Hay en el mundo cada injusticia...! Por eso él no se conformaba nunca, y estaba siempre de mal humor y se enojaba y reñía con mi madre. Como era caballero y sus posibles no le daban para portarse como caballero, padecía lo indecible.

Cuenta el tunante de Villalonga que hace años usaba Aparisi el e pur si muove de Galileo; pero el pobrecito no le daba la interpretación verdadera, y creía que aquel célebre dicho significaba por si acaso. Así, se le oyó decir más de una vez: «Parece que no lloverá; pero sacaré el paraguas e pur si muove».

También pensó mucho en el Pituso. «Se me figura que ahora le quiero más. ¡Pobrecito, tan lindo, tan mono y no parecerse...! Pero si yo me confirmo en que se parece... ¡Que es ilusión! ¿Cómo ha de ser ilusión? No me vengan a con cuentos. Aquellos plieguecitos de la nariz cuando se ríe... aquel entrecejo...». Y así estuvo hasta muy tarde.

Te aseguro que hace tiempo que he encargado á un amigo de andar los pasos... Sólo que es cojo el pobrecito y camina poco añadió bajando la voz con acento cómico. Los amigos celebraron la gracia. Soledad salió del cuarto llorando, como siempre que se tocaba este punto. Con todo, era feliz.

Palabra del Dia

buque

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