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Actualizado: 31 de mayo de 2025
Sólo así lograría curarse de su amor por la picara e indigna Juanita, hacer pie y caminar por lo firme, en vez de ir por las nubes o de nadar por el éter, y sin matarse y sin matar a nadie, sino siendo útil al prójimo, ser de nuevo respetado y querido de las gentes.
Lo creo; tan sosas son. Es que esta pícara raza, que no conoce el valor del tiempo, tampoco conoce el del silencio. No podrá usted meterle en la cabeza a esta gente la idea de que la persona que se pone a pegar gritos cuando yo escribo, o cuando pienso, o cuando duermo, me roba. Es una falta de civilización como otra cualquiera.
La gente de esta casa se marcha por el escotillón, y esto parece escenario de un teatro... Y creímos que había sido robada por lord Gray. La pícara se marchó sola...
Si se comiera los niños, aquí estarían los huesos, y no hay nada. Es que tiene el estómago fuerte y la picara de ella se los traga. Ahora, Mary, ¿qué hacemos? ¿Quiere usted que vaya a Lúzaro y venga con un paraguas? No; sentémonos. Ya pasará la lluvia. ¿Y qué vamos a hacer? Hablaremos. Nos sentamos en el suelo.
Permítame usted, señor Foja o señor diablo.... Y el vulgo, es claro, es malicioso; y como da la pícara casualidad de que La Cruz Roja ocupa los bajos de la casa contigua a la del Provisor; y como da la picarísima casualidad de que sabemos todos que hay comunicación por los sótanos, entre casa y casa.... Hombre, no sea usted barullón ni embustero.
La niña no se convencía, y a estas razones oponía otras muy cuerdas. Pero la pícara se callaba lo principal, y lo principal era que tenía otro novio, a quien de veras amaba. Este otro era un oficial de Artillería, llamado, de muy buena presencia y gentil figura.
«¿Pero se va usted...? ¿Se ha puesto malo? ¿Es que no le gustan mis sermones?». «Si no me voy, la entrego pensaba el misántropo, apretando los labios... . Esta pícara me está asesinando». ¿Te vas, Manolo? le preguntó D. Baldomero desde el otro extremo de la habitación. ¡Si me echan, padrino...! Su hijita de usted me quiere desterrar. ¡Ay, qué pillo!... Si es todo lo contrario.
Sensible y nerviosa, Sofía se volvió de espaldas, acariciando a Lili. A ver, a ver qué es eso dijo Teodoro, tomando a la Nela en sus brazos y sentándola en una piedra de la cerca inmediata. Poniéndose sus lentes, le examinó el pie. Es poca cosa; dos o tres rasguños.... Me parece que tienes una espina dentro.... ¿Te duele?... Sí, aquí está la pícara.... Aguarda un momento.
Mirábala yo compasivo algunas veces, y respondíame ella con una mirada melancólica, que parecía significar: «Ya está la bonanza ahí; ¿ve usted qué desgraciada soy?» Y esto era lo que más me preocupaba aquella noche, cuando tanto y de cuenta propia tenía en qué emplear la imaginación después de lo ocurrido dos horas antes en el aposento de mi tío. ¿No tiene cosas bien inexplicables la pícara condición humana?
Por lo demás, el ama se complacía en discretear con Inesita, en contarle sus impresiones y en buscar modo de poder decir que discurría como ella; que su espíritu y el de Inesita estaban en completa consonancia. Vamos dijo el ama , ¿qué haces aquí tonteando? Ven a acostarte. Nada es más dañino para la salud que esta picara usanza de Madrid de hacer del día noche y de la noche día.
Palabra del Dia
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