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Actualizado: 31 de mayo de 2025
Ella, traviesa y pícara, rebosándole malicia los ojos y desparpajo los labios, sin pañuelo a la cabeza, y liada en el mantón, dentro del cual removía el airoso cuerpo para sentirse acariciada del calor; él soñoliento, molesto, desasosegado y frío, trayéndose a cada instante sobre el hombro el embozo de la capa; la chica, toda viveza, el hombre, todo impaciencia.
¡En los días de mi vida he visto una criatura más loca! exclamó doña Paulina santiguándose. ¡Ave María! ¡Ave María! ¿De quién has sacado ese genio, chiquilla? Sería de ti respondió Venturita enfoscada, sin mirar a nadie. ¡Desvergonzada!... ¡Si no fuera mirando a que hay gente delante!... ¿Cómo contestas de ese modo a tu madre, picara? ¿No sabes los mandamientos de la ley de Dios?
Había creído que, por miedo o por conveniencia, Carmen iba a cumplir a satisfacción la extraña embajada; que no era lerda la niña ni le faltaba ingenio para enredar una madeja de amores. Pero no había querido, no, ¡la pícara, la taimada!...
Pues no hay más que nombrar á Gofredo, Calvino, el Payo, Nelson, que antes de caer para no levantarse más se aferró á un gran señor francés y le cortó la cabeza á cercén. Mejores arqueros no los he visto en mi pícara vida. ¡Pero la batalla, Simón, la batalla! gritaron muchos. ¡Cuenta, cuenta! ¡Á callar se ha dicho, moscones! berreó el sargento. "¡Cuenta, Simón!"
La grandísima pícara estaba escondida en una tienda de ultramarinos inmediata al café: desde allí observó los movimientos de don Juan hasta que le vio marcharse despacio, tan mohíno y preocupado, que, a pesar de la lluvia, llevaba el impermeable sin abotonar, y la cabeza tan caída sobre el pecho, que el agua le iba entrando por el cogote. Luego que le perdió de vista salió ella de su escondrijo.
Villa, observando mi tristeza, me preguntó el motivo, pero no quise manifestárselo, porque lo hizo sonriendo. A mí me parecía aquello el negocio más serio de la tierra. Al fin, a los cuatro días mortales apareció Paca. ¿Trae usted carta? le pregunté temblando de anhelo. ¿Qué me da su mersé por eya? respondió la pícara mirándome con semblante risueño.
Su erudición, disparatada y pintoresca, la había adquirido oralmente, como los griegos, bajo los pórticos compostelanos, entre estudiantes, gente ociosa y pícara, quienes, lo declaro con rubor, por reírse de él, dándole pábulo a su manía, le abarrotaban la cabeza con noticias y noticiones históricos y literarios, unos ciertos, otros inventados.
La lucha entre su voluntad razonable y su inclinación había durado bastante. Al fin, la voluntad sometida llevó, aunque tarde, a la tertulia de los poyetes a toda la persona de don Paco. La picara casualidad hizo que al bajar don Paco subiese Juanita, según hemos dicho. Era ya de noche. El cielo estaba despejado, pero sin luna.
Y sin embargo de estas prosas, el muy arrastrado se parecía al Dante y ¡había sido sacerdote en Egipto! Cosas de la picara humanidad.... «Vaya si lo tienen repitió la sibila, preparándose á ilustrar á su amigo con una opinión cardinal. ¡Lo bueno y lo malo... como quien dice, luz y tinieblas!» Bailón hablaba de muy distinta manera de como escribía. Esto es muy común.
Esta pícara vale más oro que pesa.... Vamos a ver ¿qué te gusta más, Aldeacorba de Suso o Santa Irene de Campó? No me disgusta Aldeacorba. ¡Ah!, picarona... ya veo el rumbo que tomas.... Bien, me parece bien. ¿Saben ustedes que a estas horas mi hermano le está echando un sermón a su hijo? Cosas de familia: de esto ha de salir algo bueno.
Palabra del Dia
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