Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 29 de junio de 2025


Petra dijo que doña Ana parecía otra: ¡qué alegre! ¡qué revoltosa! nada de encerrarse en la capilla horas y horas, nada de rezar siglos y siglos, nada de leer a su Santa Teresa eternidades.... Vamos, era otra. ¿Y salud? Como un roble. ¿El señorito Paco vino? preguntó de repente De Pas. , señor, hará un cuarto de hora.

Atravesó un gran salón que se llamaba el estrado; anduvo por pasillos anchos y largos, llegó a una galería de cristales y allí vaciló un momento. Volvió pies atrás, desanduvo todos los pasillos y discretamente llamó a una puerta. Petra se presentó en el mismo desorden de antes. ¿Qué hay? ¿se ha puesto peor? No es eso, muchacha contestó don Víctor. «¡Qué desfachatez!

Dio un paso atrás Anita, decidiendo no entrar en el teatro de su marido... pero su falda meneó algo en el suelo, porque don Víctor gritó asustado: ¡Quién anda ahí! No respondió Ana. ¿Quién anda ahí? repitió exaltado don Víctor, que se había asustado un poco a mismo con aquellos versos fanfarrones. Y algo más tranquilo, dijo a poco: ¡Petra! ¡Petra! ¿Eres , Petra?

Don Víctor, en el seno de la amistad, seguro de que Mesía había de ser un pozo, le refirió las persecuciones de que había sido víctima, las provocaciones lascivas de Petra; y confesó que al fin, después de resistir mucho tiempo, años, como un José... habíase cegado en un momento... y había jugado el todo por el todo.

Petra empezó a mandar en Miguel como en cosa propia, y a dictarle reglas de conducta para todos los actos de la vida, haciéndole estudiar a su lado el tiempo que juzgaba necesario y prohibiéndole los juegos cuando lo creía oportuno. Porque perdió dos pañuelos en pocos días, tomó la resolución de cosérsele al bolsillo.

Por algo don Fermín temía el momento de encontrarse con la comitiva, como decía Petra.

Espere usted, señora... allí... parece que nos hacen seña... , a nosotras es. Ah, son ellos, ... ¿Quién? El señorito Paco y don Álvaro. Petra notó que su ama temblaba un poco y palidecía. ¿Dónde están? A ver si podemos, antes que.... Ya no podían escapar. Don Álvaro y Paco estaban delante de ellas.

Cruzaban la plaza y pasaban sobre los tejados golondrinas gárrulas, inquietas, que iban y venían, como si hiciesen sus visitas de despedida, próximo el viaje de invierno. Oye, Petra, no llames; vamos a dar un paseo.... ¿Las dos solas? , las dos... por los prados... a campo traviesa. Pero, señorita, los prados estarán muy mojados.... Por algún camino... extraviado... por donde no haya gente.

Después de esta observación, y otras por el estilo, Petra se paraba a coger florecillas en los setos, se pinchaba los dedos, se enganchaba el vestido en las zarzas, daba gritos, reía; iba tomando cierta confianza al verse sola con su ama, en medio de los prados, por caminos de mala fama, solitarios, que sabían de ella tantas cosas dignas de ser calladas.

Don Víctor levantó entonces los ojos y pudo apreciar que eran, en efecto, encantos los que no velaba bien aquella chica. Se cerró la puerta del cuarto de Petra y don Víctor emprendió de nuevo su majestuosa marcha por los pasillos. Pero antes de entrar en su cuarto se dijo: «Ea; ya que estoy levantando voy a dar un vistazo a mi gente».

Palabra del Dia

cabalgaría

Otros Mirando