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Actualizado: 18 de junio de 2025
Creo, Luis, que si no tuviese á mi mujer y mi hija, aquí me quedaría para siempre. Esta es la verdadera vida. La de fuera ya sabes lo que es: penas y maldiciones. Aresti le escuchaba silencioso, mirándolo fijamente, sin pestañear, como en presencia de un enfermo; de «un caso interesante». ¿Y qué es eso que llevas ahí? dijo de pronto, agarrando el libro que su primo conservaba cerrado en una mano.
La niña Cunegunda tenia mucha disposicion para aprender ciencias; observó pues sin pestañear, ni hacer el mas mínimo ruido, las repetidas experiencias que ámbos hacian; vió clara y distintamente la razon suficiente del doctor, sus causas y efectos, y se volvió desasosegada y pensativa, preocupada del anhelo de adquirir ciencia, y figurándose que podía muy bien ser ella la razón suficiente de Candido, y ser este la suya.
Narró todo lo que había sucedido en el Sotillo en tono dramático y con reticencias adecuadas para infundir las sospechas que atormentaban su espíritu. Escudero escuchó el relato sin pestañear. Doña Eugenia bastante distraída.
Y a la tal preguntita, que había venido a ser tan frecuente como el pestañear, el que estaba de turno contestaba Chí, dando a esta sílaba un tonillo de pronunciación infantil. El Chí se lo había enseñado Juanito aquella noche, lo mismo que el decir, también en estilo mimoso, ¿me quieles?, y otras tonterías y chiquilladas empalagosas, dichas de la manera más grave del mundo.
Gonzalo dejó hablar al Marqués, que fué prolijo hasta la impertinencia, sin pestañear, afectando una tranquilidad que no sentía. Está bien dijo cuando terminó. Acepto, desde luego, el desafío. Estoy pronto a realizarlo como y cuando ustedes gusten... Un poco original es añadió, al cabo, con risita nerviosa, que disfrazaba mal la cólera que le dominaba.
Al decir esto, la miraba con extraña y terrible fijeza, apretando con mano crispada una rama de la planta que tenía a su lado. Ventura recibió aquella mirada sin pestañear, con sorpresa más que con susto. Vaciló un instante, moviendo un poco los labios para contestar. Por último soltó una gran carcajada. ¡Ave María, qué barbaridad! Seamos serios, Ventura replicó el joven.
Gloria, sin pestañear, la mirada fija y abstraída, los rasgos de su fisonomía levemente alterados, como le acontece a quien pone en el canto buena parte de su alma, concluyó la copla, bajando la voz hasta convertirla en murmullo vago, gorjeo suave que, al morir, asemeja un sollozo.
Mi mujer es quien las ha preparado. Va usted a probar cosa rica. Su mujer, ¡ah! las había preparado pero se le había olvidado ponerles el azúcar. ¿Qué quieren? La vejez vuelve a uno distraído. ¡Pobre Mamette mía! sus cerezas eran malísimas, a pesar de lo cual yo me las comí todas sin pestañear, no dejando de ellas ni los rabos.
Algunas veces se encargaba el mismo Raúl de la comisión y, escogiendo discretamente un momento en que Liette estaba ausente, entraba en el Correo a vaciar su morral y tragaba sin pestañear las interminables divagaciones de la viuda, que se despachaba a su gusto con aquel interlocutor complaciente... pero no desinteresado.
No muy lejos observó que una cabecita de mujer estaba vuelta hacia él, y que unos ojos negros le contemplaban sin pestañear; la cabeza era hermosa y delicada como la de una madona, los ojos vivos y alegres.
Palabra del Dia
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