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Actualizado: 15 de mayo de 2025
Y oyó una voz, la voz de su mujer muerta hacía veinte años, que le llamaba a gritos: «¡Roque! ¡Roque! ¡Roqueee!» Los dientes del alcalde chocaron de terror. Dejó de ver el armario, las paredes de la alcoba, los objetos que tenía en torno, y en su lugar percibió un millón de luces de todos colores que al principio estaban inmóviles, después comenzaron a bailar con extremada violencia.
Cerca de una mesa de confites percibió al fin á una joven que hacía tiempo la miraba con ojos tímidos y ansiosos. Era la amiga más íntima que había tenido. Voló hacia ella y la estrechó entre sus brazos con fuerza.
Entre el rumor de la brisa agitando los árboles y el parloteo de los gorriones que saltaban en torno de los troncos, Rafael percibió una música lejana, el sonido de un piano apenas rozado con los dedos, y una voz velada, tímida, como si cantase para si misma. Era ella.
De este y otros favores fue Miguel deudor a esta dama durante su permanencia en la casa paterna, y siempre se los tuvo muy en cuenta. A la brigadiera se le había metido en la cabeza casar a su amiga, y casarla ventajosamente. Como Miguel era muy niño y no se recataban de él, pudo oír varias conversaciones acerca de este punto y hasta percibió alguna vez el nombre del novio que su mamá proponía.
Nadie subía por ellas; todos los carruajes pasaban sin detenerse. De pronto, tuvo la sensación de que alguien se aproximaba á sus espaldas. Percibió un leve paso, y al volver la cabeza vió á una mujer enlutada. Todo lo olvidó: la larga espera, las dudas, la fatiga del interminable plantón, recobrando de golpe su regocijo de triunfador.
Así una noche, en el momento que se iba a acostar, percibió su oído alerta el ruido de las uñas enemigas, tratando de forzar el tejido de alambre. Con un gesto de fastidio descolgó la escopeta, y saliendo afuera vió una mancha blanca que avanzaba dentro del patio.
Los zapatos colocados ante una de las puertas resbalaron con leve chirrido. Ferragut percibió una vaga impresión de aire que se desplaza con el lento avance de un cuerpo. Se movió la puerta; la silla retrocedió poco á poco, suavemente empujada. En la obscuridad fué marcándose una sombra móvil, mucho más negra y densa. El hizo un movimiento.
Tomó con mano temblorosa la taza que le presentaban, y después de vacilar un instante, se decidió a llevarla a los labios. Fuese aprensión o que en realidad el te estuviese mal hecho, lo cierto es que percibió un extraño y desagradable sabor. Dejó caer la taza al suelo, y sujetando a su esposa por la muñeca con fuerza le preguntó furiosamente: ¿Qué has echado en este te?
Desnoyers percibió, efectivamente, un crepitamiento lejano en el que no se había fijado hasta entonces. Experimentó una sensación de angustia al pensar que su hijo estaba allí, donde sonaba la fusilería. Se le aparecieron con todo el relieve de la realidad los peligros que le rodeaban diariamente. ¿Si moriría en aquellos momentos, antes de que él pudiese verle?...
Los vapores se detenían en sus anchos círculos de exploración para echar al agua las embarcaciones de auxilio, que iban recogiendo los cadáveres de los náufragos y los vivos próximos á desfallecer. Ferragut, en su desesperado encierro, percibió nuevos gritos anunciadores de un suceso extraordinario. Otra vez la cruel necesidad de saber le arrastró á la cubierta.
Palabra del Dia
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