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Actualizado: 23 de junio de 2025
Creyó percibir más abajo de su espalda roces insolentes, tocamientos de atrevida curiosidad, disimulados por la aglomeración. Hasta se imaginó sentir en los más recónditos secretos de su cuerpo un hormigueo de sanguinarios invasores, ansiosos de hartarse de carne nueva y rica, que tal vez acababan de abandonar el pellejo de aquellas comadres. Vámonos dijo con angustia y miedo.
¡Vida, vida, sangre, calor, pellejo! gritó Migajas con desesperación, agitándose como un insensato. ¿Qué es esto que pasa en mí?» La Princesa le estrechó en sus brazos, y besándole con sus rojos labios de cera, exclamó: «Eres mío, mío por los siglos de los siglos.» En aquel instante oyóse gran bulla y muchas voces que decían: «¡La hora, la hora!»
Antojábasele aquel mísero conjunto de huesos y pellejo y de importunas turgencias, edificio ruinoso que el dueño defiende contra la piqueta municipal a fuerza de revoques de cal y manos de pintura y recomposición de tejas. «¡Ay!, en vano la retejo, y la unto, y la froto, y la pinto; esta mujer mía hace agua por todas partes, y el viento de la ira entra en ella por mil agujeros; esta destartalada máquina, inútil para mí, en cuanto legítimo esposo, sirve sólo, y servirá tal vez muchos años, para albergue del espíritu sutil de la discordia y de la contradicción: poca materia necesita el ángel malo para encaramarse en ella como un buitre en una horca, un búho en un torreón escueto y abandonado, y desde su miserable guarida hacerme cruda guerra».
Porque son casos muy distintos el de usted y el mío, señor don Marcelo díjome a esto Neluco . Yo empiezo a vivir ahora, necesito trabajar, y trabajar mucho, para ganar el pedazo de pan que como; y además, ni me aburro en la soledad en que vegeto, ni me tientan, como a usted, las seducciones de «allá afuera», ni conmigo ha de extinguirse mi apellido aunque yo muera solterón... ¡Pero si me viera en el pellejo de usted!...
O sy será bien no mouer agora nada hasta ver que viene de mi muger, q. en tantas esperanzas me entretiene, pues aún no está tan cerca la partida de Mos de Neuers. Embio a V. Ex.^a vnos guantes de Perro, mucho más delgados, y más anchos, q. los q. le lleué la otra noche. Y crea V. Ex.^a q. de mi sangre y pellejo haria yo medicina para su salud.
Cuando el señorito salió, Máximo se sirvió otra copa de ron y dijo en confianza al capellán: Si yo estuviese en el pellejo del Felipe... ya le quiero un recado a don Pedro. ¿Cuándo se convencerán estos señoritos de que un casero no es un esclavo?
En el patio inmediato a la capilla sonaban golpes de vara sobre el pellejo de los míseros caballos, reniegos, choque de herraduras y voces. «¿A quién le toca?» Nuevos picadores eran llamados a la plaza. A estos ruidos uniéronse otros más cercanos.
Entre ellos aquel es de fama honrosa, A cuyas manos gente mucha muere, Y tantas, cuantos mata, cuchilladas En su cuerpo se deja señaladas. Mas no por eso deja de quitarle Al cuerpo del que mata algun despojo: No solo se contenta con llevarle Las armas ó vestidos á que echa el ojo, Que el pellejo acostumbra desollarle Del rostro: ¡Qué maldito y crudo antojo!
No se pegaba de trompadas con los suyos más de tres veces al día; su madre no lograba echarle la vista encima arriba de una por semana, y para eso había de cogerle durmiendo; de modo que sus siniestros de muelas, orejas y cabellos, por temporal materno, aunque pocos y buenos, aún le prometían pellejo sano para muchos años.
¿Y aquel moreno... el de los quevedos? ¡Ah! ese... ese dicen que es de los que quieren perder las colonias y salvar los principios: hombre de línea recta, de geometría.... Según Palacios, que lo conoce, la ecuación entre la lógica y el absurdo: no en balde es ingeniero. Si para lograr sus ideales tuviese que desollarnos... ¡pobre pellejo! ¿Y si tuviese que desollarse a sí mismo?
Palabra del Dia
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