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Actualizado: 1 de junio de 2025


Más de dos semanas dio pasto a las lenguas ociosas de León el singular suceso de la llegada de Lucía González, sola, triste, desmejorada y encinta, a la casa paterna.

No fue así; sus escrúpulos le impidieron violar las intenciones de mi abuelo, a pesar de ser recientes las leyes revolucionarias que suprimían los mayorazgos. Estas leyes las encontraba muy justas, pero a su entender, violaban la autoridad paterna y le parecía faltar a un deber de conciencia pidiendo el cumplimiento de esta ley contra su hermano mayor.

Se veía en el porvenir con toda felicidad concentrada alrededor de su hogar, mientras que Nancy le sonreía y él jugara con los niños. Y aquella otra criatura sin sitio en la morada paterna, no la abandonaría. Velaría por que fuese feliz. Ese era su deber de padre. Era un hermoso día de otoño, diez y seis años después que Silas Marner había descubierto su nuevo tesoro ante el hogar de su choza.

Su éxodo fué breve. Otra mañana, un gendarme le detuvo, le pidió «sus papeles», y hallándole indocumentado, le volvió á la casa paterna. ¡Pobre fugitivo!... Sus progenitores no tuvieron para él ningún gesto cordial: apenas le hablaron; en sus sobrecejos, endurecidos por la cólera, no había perdón. Si no quieres ser cura, serás grumete ordenó el padre.

Vivíamos á media legua de Grenoble; pude, pues, seguir mi curso de derecho, sin dejar la casa paterna.

Pablo y Gregoria llegaron silenciosos a la casa paterna, que entonces más que en ocasión alguna, parecía convento de cartujos; y empujando la puerta entornada, atravesaron el zaguán y el patio desiertos, donde algunas plantas amarilleaban ya bajo el cielo nublado de otoño, y entraron en la alcoba de don Aquiles.

Froilán era un muchacho alegre y decidor, encantado de dejar la tranquila casa paterna por las aventuras y emociones del largo viaje que iban á emprender y de la guerra futura. Pero aquel día lo veía Roger callado y pensativo, contestando apenas á sus preguntas.

Baila, Fadrique, exclamó D. Diego por tercera vez, notándose ya en su voz cierta alteración, causada por la cólera y la sorpresa. Era tan elevado el concepto que tenía D. Diego de la autoridad paterna, que se maravillaba de aquella rebeldía. Déjele V., señor de Mendoza dijo la hidalga viuda. El niño está cansado del camino y no quiere bailar. Ha de bailar ahora.

Desde la muerte de mi padre me acompañaban a la mesa dos solteronas, primas de él, y no muy sobradas de recursos, aunque de bambolla: los parientes más cercanos que me quedaban por la rama paterna, pues por la materna los había tan próximos y más abundantes, según mis noticias, aunque yo no los conocí jamás, porque, también según informes oficiosos, hubo invencible empeño en ello de parte de quien tenía el deber de empeñarse en lo contrario.

Julia Pico, de cuarenta y cinco años, nacida en Bellano, en las márgenes del lago de Como, estaba en el servicio de la Condesa d'Arda desde la niñez de ésta, cuando vivía en la casa paterna en Milán. ¿Usted ha dicho que en patrona manifestó varias veces el propósito de morir? . ¿Desde cuándo? Desde hace mucho tiempo... más de un año. ¿Nunca habló usted de ese peligro al amigo de la Condesa? .

Palabra del Dia

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