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Actualizado: 13 de junio de 2025
Hoy se casan los pajaritos murmuró Baltasar después de un breve instante de silencio. Día de la Candelaria.... Hoy se casan repitió ella con turbada voz, sintiendo en la palma de la mano el calor de la diestra de Baltasar, que amorosamente la oprimía.
En el primer mes de esta nueva vida, un suceso extraordinario turbó su plácida tranquilidad. Llegó una carta, un pliego con membrete de un café del Borne y unos cuantos renglones de letra gruesa y defectuosa. Era Toni Clapés quien le escribía. Le deseaba muchas felicidades en su nueva existencia. En Palma todo continuaba lo mismo.
En la iglesia hacia tiempo se trataba de crear un arcedianato de Palma, y Julio II habia concedido Bula para establecerle; pero nombró S. S. por arcediano á un hijo del consejero Zapata, y el cabildo no quiso dar cumplimiento á las Bulas que presentó. El arcedianato no llegó á erigirse. El arcediano de Castro se hallaba en la Inquisicion como convicto del crimen de heregía.
¿En qué piensas? le preguntó, golpeándole afablemente con la palma de la mano en la rodilla. ¡Psh!... ¡En tantas cosas!... ¿En muchas?... En muchas... ¿Alegres? Si fuera como tú... ¡Qué modelito! ¿eh? pues imitarlo: ¡no vayas a creer que con las personas ocurre lo que con los sombreros de señora!... ¡no!
El gigante, para tranquilizarle, lo tomó de nuevo sobre la palma de una mano, subiéndolo hasta la altura de sus ojos. Allí, Ra-Ra, á caballo en un dedo y con las piernas colgantes, pudo continuar su relato. Yo supe la verdad sobre los tiempos anteriores al gobierno de las mujeres por los documentos de mi familia.
Dejando a la savia tropical trepar gozosa a la palma e hinchar el dorado fruto, puede convertirse ese Estado en el más rico de Colombia. En Nueva York. El Alene. El Turpial. El práctico. El puerto de Nueva York. Primera impresión. Los reyes de Nueva York. Las mujeres. Los hombres. El prurito aristocrático. La Industria y el arte. Un mundo "sui generis". Mrs. X... La prensa. Hoffmann House.
Cerca de la ventana permanecía arrollado el jergón con su almohada y sus sábanas, cama rústica que Margalida o su madre hacían todas las tardes. Jaime dormía allí con más tranquilidad que en su palacio de Palma.
En la iglesia se celebraba una fiesta para conmemorar la milagrosa victoria, y Jaime, sentado junto a su madre en un sitio honorífico, estremecíase de emoción escuchando al predicador, lo mismo que cuando leía una novela interesante en la biblioteca que su abuelo tenía en Palma, en el segundo piso de la casa.
Enlució las paredes, las enjalbegó, aplanó el suelo y le cubrió después con una primorosa estera de palma, que al efecto tejió, encargando a la tía María el sencillo ajuar correspondiente.
El capitán acarició a su sobrina con cierta libertad, adoptando el mismo gesto de viejo alegre con que hablaba a las muchachuelas de Palma, a altas horas de la noche, en algún restorán del Borne. ¡Ah, buena moza! ¡Y qué guapa estaba! Parecía imposible que fuese de una familia de feos. Don Benito los encaminó a todos al comedor.
Palabra del Dia
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