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Actualizado: 13 de junio de 2025
Luego, colocándolo en la palma de la otra mano, lo fué subiendo hasta cerca de su rostro. ¿Qué ha hecho usted, gentleman? preguntaba Flimnap durante su ascensión, como si intentase reconvenirle. Pero la cólera del gentleman duraba aún, y el profesor se asustó al ver la expresión de sus ojos.
El Niágara es mil veces más grande, más imponente; para mí, la palma de la belleza queda al Tequendama. ¿Qué sería el Niágara cuando por primera vez lo contemplaron los ojos atónitos de los conquistadores?
Así es... sí, señor. Bueno, déjese de llorar dijo Melchor poniéndose de pie y golpeándole cariñosamente la cabeza con la palma de la mano que ella tomó y apretó suavemente entre las suyas.
Y así fuí en compañía del dicho conde de Palma en su coche. Y estando en su casa, y queriendo darme satisfacciones el conde de Teba, dije yo que no era menester. Y aguardando ocasión que estuviese descuidado, herí al conde de Teba, porque llevaba esa intención, y por eso no había querido satisfacciones, etc............ Y son testigos de esta declaración el P. Fr.
Febrer miró al pasar con ojos irónicos estas riquezas heredadas de sus ascendientes. Nada era suyo. Hacía más de un año que estos tapices y los del dormitorio y todos los de la casa pertenecían a ciertos usureros de Palma, que los habían dejado colgados en el mismo sitio.
El suelo se ve cubierto por todas partes de magníficos helechos, en tanto que los gajos de los árboles sostienen los tallos crecidos de una especia de Palma christi, cuyo fruto es diez veces mayor que el de la especie ordinaria.
La Lonja de Palma, gallardo edificio gótico vecino al mar, había sido durante siglos un feudo de sus ascendientes.
Dos hombres con grandes sombreros de palma se acercaron al carruaje: dos mocetones de cara aviesa, que nunca había yo visto. Pero también los adiviné. Eran de los que esperaban del general «una palabrita nada más». Iban á suprimir, indudablemente, al ingeniero.
A mí, Mariquita, no me gusta nada de lo que sale de lo regular; en particular a las mujeres, les está tan mal no hacer lo que hacen las demás, que si fuese hombre, le había de huir a una mujer así, como a un toro bravo. En fin, tu alma en tu palma; allá te las avengas. Pero añadió con su acostumbrada bondad eres muy niña y tienes que dar más vueltas que da una llave.
Pero entre las personas expropiadas debia entrar tambien una anciana, que siendo dueña de una casita en que habia una hermosa palmera, se negaba rotundamente á cederla por ninguna suma mientras no se le diese otra casa que tuviera asímismo su palma.
Palabra del Dia
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